1. Amalia


    Fecha: 24/11/2019, Categorías: Incesto Autor: Fantasma Verde, Fuente: CuentoRelatos

    ... cabecera. Ella entendió el gesto y se subió nuevamente sobre mí, engullendo mi pene otra vez. Me abrazó la cabeza quedando mi cara entre sus pechos y la penetré así. Gemía despacio casi en mi oído y cuando estaba totalmente dentro de ella me apretabas más la cara contra sus senos. Así estuvimos unos minutos hasta que finalmente me corrí, llenándola nuevamente de semen que segundos más tarde comenzó a brotar de su vagina.
    
    Jugaba con sus dedos en mi cabello en lo que se recuperaba, y cuando mi pene se salio naturalmente de ella se levantó para limpiarse.
    
    - ¡Me has rellenado como pavo! - Me grito desde el baño. Escuché el chirrido de la llave y el agua correr un momento. Entonces regresó desnuda y sonriente con una toalla mojada y papel de baño. Nos limpiamos en silencio y una vez que habíamos retirado el resto del lubricante y fluidos de ambos me dispuse a vestirme.
    
    - ¿Qué haces? - preguntó con ambas cejas levantadas.
    
    -Pues... me visto.
    
    -Ah no, señor, usted se me queda aquí. - Dijo en tono burlesco quitándome el calzón de la mano. - ¿O no quieres pasar la noche conmigo?
    
    - Tía, ¿qué pasa si llega mi mamá y nos encuentra así?
    
    - Dime Amalia. Y claro que no va a regresar. Siempre se queda en el hospital con tu abuela.
    
    - Esta bien, no tengo problema.
    
    - Entonces a la cama. Voy por lo que quedó de vino y en un momento regreso.
    
    Amalia salió de la habitación desnuda y contoneándose. Se le veía más fresca y alegre que cuando llegó y su voz se había hecho un poco más cantarina. Me tapé nuevamente con la colcha, repasando mentalmente todo lo que había sucedido. Era simplemente el sueño de mi juventud hecho realidad al fin; mejor de lo que pensé que sería. Recordé las veces que veía su escote cuando me enseñaba a jugar ajedrez y sobre todo como se movían sus pechos cuando caminaba. De alguna manera era la fantasía de todo estudiante, o al menos, todo estudiante que haya tenido una maestra buenona.
    
    Amalia apareció de nuevo en la habitación, con una bata negra que apenas le cubría los muslos y una cajetilla de cigarros a la mitad. Los puso en la mesa de noche y se metió de inmediato a la cama. Nos besamos una vez más y nos quedamos dormidos abrazados; apenas era medianoche. 
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