1. Amalia


    Fecha: 24/11/2019, Categorías: Incesto Autor: Fantasma Verde, Fuente: CuentoRelatos

    ... propio hasta que tomamos un ritmo fuerte y muy placentero.
    
    -Me voy a venir...- dijo casi como un susurro y aceleró los movimientos con su pelvis. Yo estaba lejos del orgasmo por lo que me concentré en succionar más fuerte sus pezones y darles pequeños mordiscos con los dientes. - ¡Arturo, me voy a venir! - exclamó y sin dejar de moverse sobre mi tuvo un estruendoso orgasmo, acompañado de fuertes espasmos. Me excitaba tanto escuchar como su voz se descomponía en agudos gemidos que me detuve sosteniéndola por la espalda. Se dejó caer sobre mi abrazando gentilmente mi cabeza con ambas manos. Tenía el rostro en su cuello y sentía como poco a poco empezaban a correr algunas gotas de sudor que iban a parar a mi boca. Debió sentir mi pene palpitar bajo su entrepierna porque aún sin recuperar el aliento, se puso de pie y me tomó de las manos. -Vamos arriba. Hay que terminar la noche como se debe. - Y acto seguido nos dirigimos a su habitación.
    
    La casa era cálida y muy oscura. Casi no había luces encendidas y las pocas que había apenas iluminaban el pasillo por donde íbamos. Su cuarto estaba arriba, asi que al subir pude ver de cerca su firme trasero; cuánto tiempo fantaseé con su cuerpo y hoy finalmente lo tendría a mi disposición. Recuerdo una ocasión, de las ultimas veces que la vi en la oficina de mi tía, que llevaba una falda azul marino muy entallada. Tanto, que se podía ver el elástico de la ropa interior a la mitad de sus nalgas. Ese día no pude quitarle la vista de encima y solo pensaba en cómo sería el escabullirnos a algún cubículo u oficina vacía y coger sobre un escritorio, aun con la ropa puesta y tratando de no hacer ruido.
    
    Cerró la puerta tras de si y apagó las luces, dejando prendida solo la del baño. Me rodeó el cuello con los brazos y me besó despacio; no se estaba restringiendo nada y actuaba como si todo aquello ya estuviese planeado desde mucho antes de nuestro encuentro. Mis manos bajaron hasta sus nalgas y me entretuve en ellas un rato, masajeándolas despacio; me dio un escalofrío al sentir por primera vez su firmeza y suavidad. Con cada caricia suspiraba más profundo y el movimiento de sus labios se hacía más rápido.
    
    Giré con ella hasta que quedó de espaldas a la cama y se dejó caer. Poco a poco fui subiendo las manos por sus piernas hasta llegar a su falda y la fui levantando conforme avanzaba, quedando casi enrollada en su cintura. Aquella maravillosa visión era mi máxima fantasía erótica: encaje y medias. Sus pantys dejaban ver un coño perfectamente depilado y sin una sola imperfección. Se lo quité despacio y suspiró conforme la prenda iba bajando por sus piernas. Sus labios eran pequeños y de un color rosa y podía ver la humedad bajando ya por su vagina. En segundos me desvestí completamente y acerqué mi cara a su entrepierna.
    
    -No me gusta- me detuvo poniendo su mano sobre su vagina y cerrando un poco las piernas. -Hazme el amor, mejor- Y cuando besé sus muslos abrió nuevamente las piernas cerrando los ojos. ...
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