1. Amalia


    Fecha: 24/11/2019, Categorías: Incesto Autor: Fantasma Verde, Fuente: CuentoRelatos

    ... Acerqué el glande a su vagina y empecé a presionar despacio. -Así, justo así...- Frotaba mi pene a lo largo de su vagina y me detenía presionando un poco sobre su entrada, que estaba húmeda pero no estaba lubricada. Ella extendió la mano hacia su buró y me dio un pequeño gotero de color negro. -Solo un poco, para que nos dure la noche- y sonrió. Vertí el líquido viscoso sobre su vagina y tan pronto éste tocó su piel gimió despacio. Masajeé con dos dedos toda su raja y cuando me detenía sobre su botón gemía más fuerte. Acerqué nuevamente el glande y recorrí su vagina con él. Sentía sus espasmos y una calidez como ninguna otra. Me detuve un momento a ver su rostro, desecho en una mueca de placer, pasando la lengua por sus labios y sujetando sus pezones.
    
    Entonces empujé el glande hasta que estuvo dentro, lo que hizo que me volteara a ver con la boca abierta - ¡Niño, estas enorme! - Sujeté con fuerza sus caderas y metí todo mi pene de golpe. Amalia gritó de placer y al darse cuenta se tapó la boca sin dejar de mirarme. Pensé que la había lastimado, pero cuando comenzó a mover sus caderas me di cuenta que no. Asi empecé un mete-saca muy despacio, pero con fuerza, trayéndola hacia mí de la cintura cada vez que entraba. Ella gemía cada vez con más fuerza sincronizando mis movimientos con su voz. Sus pechos, que apenas caían ligeramente a los costados, se estremecían con cada embestida. Me aprisionó con sus piernas y me tomó de las manos para apoyarse. No tardamos en tomar un delicioso ritmo que se acentuaba con sus gemidos, que estas alturas eran más berridos que otra cosa.
    
    - ¡Cógeme!¡Cógeme fuerte, mi amor! - Decía con cada embestida apretando los ojos. No podía dejar de ver sus grandes pechos llenos de pecas, moverse de arriba a abajo. Tantas veces que los imaginé de mil formas en mi juventud y hoy estaban ahí desnudos y vibrando con cada embestida. Los sujetaba suavemente y luego jalaba sus pezones con mis dedos, lo que ocasionaba gemidos más profundos. Vaya que eran sensibles. Me incliné a besarlos y tan pronto tuve uno en la boca, sentí como su vagina empezaba a contraerse con más fuerza. - ¡Arturo me voy a venir ya! - Estaba cerca del orgasmo y yo estaba empezando a perder la pelea. Aceleré mis movimientos tomándola de la cadera y haciendo un esfuerzo por no correrme dentro. ¿Podía hacerlo? O más bien ¿Debía hacerlo? Al ser una mujer madura di por sentado que sus días de fertilidad habían terminado y no “corríamos peligro”. Digo, no me pidió protección desde el principio. Entonces sus gemidos se hicieron más largos y cuando ya no podía más ella explotó en un fuerte orgasmo que me hizo terminar de inmediato. Sendos chorros de semen la inundaron irremediablemente, haciendo que me volteara a ver nuevamente.
    
    - ¡No has tenido ni chanza de salir! - Dijo riendo y tratando de recuperar el aliento. Me tumbé junto a ella aun excitado y con el pene todavía erecto y palpitante. Ella lo vio con una sonrisa y lo tomó con una mano. -En mis tiempos de ...
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