1. Mi madre probó una polla joven, y después, la mía


    Fecha: 20/11/2019, Categorías: Incesto Autor: Juan, Fuente: TodoRelatos

    ... nuestras conciencias despierten, y no volvamos a estar juntos, quiero que me ames de nuevo.
    
    Las caricias de sus manos, viendo su preciosa cara, con su boca merodeando mi pene, como tiburón acechando su presa, despertaron mi fuerza masculina, antes de lo que ella misma creía.
    
    —Qué maravilla ver esto resucitar tan fácilmente.
    
    Se giró, me dio la espalda y sentada sobre mí, cogiéndolo con sus manos, se lo insertó entero, y sujetándose apoyadas en la cama, comenzó a subir y a bajar, con una enorme suavidad que indicaba que su dilatada vagina estaba bien lubricada
    
    A intervalos, no sabía si por frenarse ella o por no dejar que me fuera yo, paraba sus movimientos. Me miró con una lascivia que nunca le había visto.
    
    —Me encanta jugar así, refrenando mis ganas, conteniendo mis movimientos.
    
    —Es el mejor polvo de mi vida.
    
    —Disfrútalo…
    
    No sabía si volvería a disfrutar de esos maravillosos momentos. Solo sabía que mi placer era infinito y su hermosura insuperable.
    
    Por la mañana, le llevé una bandeja al pie de la cama con un café y un zumo en la cama. Al verme, reaccionó enseguida. Sabía que llevar el desayuno a una mujer era un plus, y si estaba bien follada, era definitivo.
    
    —¿Pretendes lavar la culpa con un desayuno? Sigo en una nube, y por extraño que parezca, no me siento mal por ello.
    
    —Mamá, no hay ninguna culpa. Los dos lo asumimos, y no pudo ser más bonito.
    
    —¿Te gustó de verdad? ­—dijo dubitativa.
    
    —Fue una noche completa, fuiste una pareja ideal en la cena, divertida en Fortuny y super sexy en la cama.
    
    —Yo pienso igual, sentirte dentro de mí fue increíble. Anoche estaba hechizada, pero ahora no tengo excusa, estoy despierta. ¡Es una locura!
    
    —Hagamos una cosa…. Dejemos que continúe, mientras dure el hechizo. Mientras disfrutemos como pareja, no solo en la cama.
    
    La conversación, su penetrante olor, y la suavidad de su piel, inevitablemente elevaron mi miembro, que salió de la jaula del boxer.
    
    —¿Entonces puedo seguir disfrutando de esa magnífica polla?
    
    —Es tuya, por haber sido tan maravillosa. Solo un gilipoyas como Cristian se conformaría con solo una noche contigo. Tienes barra libre Encarna, sírvete tu misma.
    
    Ella no había sido la mujer más liberal del mundo, ni tampoco conservadora en el aspecto sexual. Pero era evidente que la situación era inusual y se la podía catalogar de cualquier cosa menos de conservadora, y ella, pensó, que, si había llegado hasta aquí, no se iba a detener.
    
    —Relájate. Yo marcaré el ritmo.
    
    Deslizó el bóxer por mis piernas y sin pedir autorización, se introdujo el pene en su boca, despacio como si estuviera comiéndose un helado de fresa. Estaba en la cama con un hombre treinta años más joven que la había hecho sentir lo que creía no haber sentido nunca. Era una mezcla de deseo, pasión, lujuria, y lo que a ella le atraía tanto, iba en contra de todos. Se había dejado follar por su hijo, y en ese momento le estaba comiendo la polla, me tenía a su merced.
    
    Veía sobre mí ...
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