1. El anuncio


    Fecha: 31/10/2019, Categorías: Incesto Autor: Schuko, Fuente: TodoRelatos

    ... la puta que se pusiera en posición para la inevitable enculada. Siempre me gustaba despedirme de ella dejándola con el culo bien abierto y, a ser posible, con una buena dosis de lefa dentro.
    
    —Es que aquí no tengo lubricante —me sorprendió con su respuesta. «Vaya, con doña sí a todo, que excusa más tonta», pensé.
    
    —¿Tienes mantequilla? —le pregunté.
    
    —Margarina, creo. En la nevera.
    
    —Pues nada, con eso nos apañaremos. Haremos como Marlon Brando en «El último tango...» Y, si no, seguro que tienes aceite de oliva virgen extra, especial para putas... Y si tampoco tienes, pues saliva...
    
    —Ya, ya lo pillo...
    
    —Hala, relájate y disfruta con la anticipación. Ya traigo yo la margarina, después de mear.
    
    —Bueno, pues te espero —concluyó la guarra mientras, tras chuparse bien índice, empezaba a hacerse un dedillo en el culo, para ir preparando el terreno.
    
    8.
    
    Dejé la puerta de la habitación abierta. La luz de la lámpara de la mesita de noche, que teníamos puesta, me bastó para iluminar el camino hacia el lavabo. Tras vaciar la vejiga, fui a la cocina y encontré el tarro de margarina, colocado en la puerta de la nevera. Todavía tenía la polla morcillona, de modo que cogí un poco de margarina fresquita y la embadurné bien. La polla relucía pringosa a la luz del fluorescente de la nevera. Después, me encaminé a la habitación con la polla en ristre, cual caballero medieval con la lanza preparada.
    
    Así iba, desnudo, caminando descalzo, con la polla bamboleándose y emocionado ante la fiesta que se avecinaba, cuando, desde el fondo del pasillo, contemplé una escena que me impactó.
    
    Como he comentado, dejé la puerta abierta y tenía una perfecta panorámica de la habitación de matrimonio de mis padres, donde se estaba consumando el adulterio de mamá. Sobre la cama, en el centro, se veía a mi madre a cuatro patas ofreciendo el culo. Estaba doblada con la cabeza apoyada en la almohada, el culo bien abierto con las nalgas sujetadas por las manitas para abrirlas bien y mostrar su sonrosado y depilado agujerito anal. Por el lateral de su cuerpo, se desparramaban sus tetazas, la cara girada, miraba al espejo del armario para no perderse nada de la tremenda enculada que le esperaba, supono. La luz dorada de la lamparita iluminaba perfectamente la escena. La puerca estaba esperando mi llegada, que le colocase la dosis de margarina en el ojete y la notar la polla entrando a matar. Una escena de un morbo extraordinario.
    
    Aunque eso no fue lo más sorprendente. Lo peor fue que en el umbral de la puerta, medio oculto por las sombras, estaba el pobre cornudo en pijama, contemplando el cuerpo de puta de su mujer como nunca debía haberlo visto. Es difícil imaginar una humillación mayor. O tal vez, sí.
    
    Me quedé paralizado por un instante. Seguramente nos debió oír con la escandalera que estábamos montando. Quizá la puta de mi madre quiso forzar la situación para aclarar las cosas en su decadente matrimonio, aunque esto no lo pensé en ese momento, sino ...
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