1. El anuncio


    Fecha: 31/10/2019, Categorías: Incesto Autor: Schuko, Fuente: TodoRelatos

    1.
    
    Después del despido de la empresa me podría haber visto en una situación complicada si no llega a ser por Donato, un viejo amigo del instituto al que me encontré justamente cuando salía de arreglar los papeles del paro.
    
    Rápidamente le puse al día de mi situación. Después de cinco años trabajando en un buen puesto en una empresa de inversión, me encontraba de patitas en la calle tras haberse descubierto un fraude de los directivos de la empresa. Algún listillo se había fugado con los activos de la empresa y, tras caer en bolsa, nos encontramos sin trabajo y sin indemnización por despido. Menos mal, que, por mi parte, tuve la suerte de haber ahorrado algo en los tiempos de vacas gordas y, además, tenía un par de años de paro que me permitían afrontar el futuro con una cierta tranquilidad. Aunque tampoco demasiada, tenía ya treinta años y la pensión para mi ex esposa y los dos niños que teníamos resultaban un lastre preocupante.
    
    Por eso, cuando Donato me propuso unirme a él en aquel negocio le dije que me lo pensaría. Aunque, en cuanto me lo contó, la decisión estaba tomada.
    
    Donato siempre se había movido por el lado oscuro de la vida. Llevaba metido en el mundo de la noche desde que salió del instituto. De modo que tampoco me sorprendió demasiado que su propuesta fuera participar, a medias, en el montaje de una especie de casa de putas. Conocía un local perfecto y un par de chicas interesadas en trabajar en él. Tan solo le faltaba aumentar la plantilla y prepararlo todo. Según él, follar siempre tenía salida. Era algo por lo que los tíos estaban dispuestos a aflojar la pasta casi en cualquier circunstancia, incluso si tenían que quedarse sin pagar la hipoteca o dejar a su familia sin comer. Era una exageración, claro, pero no tenía que ir muy lejos para saber de qué estaba hablando. Yo mismo me había visto perjudicado por una adicción al sexo que me había costado el divorcio y perder la custodia de mis hijos.
    
    De modo que me lie la manta a la cabeza y acepté formar parte de su negocio poniendo la parte de mis ahorros de la que pude disponer. Aquella fue mi contribución aLa linterna, el nombre que se le había ocurrido a Donato para el club.
    
    2.
    
    Lo mejor vino cuando llegó la hora de poner un anuncio en los periódicos para solicitar personal (femenino, claro) para trabajar en nuestro local. Por uno de esos malentendidos que a veces pasan, olvidamos poner algún límite de edad a las chicas que se podían presentar para optar a los puestos de trabajo. Suponíamos, no obstante, que todas las candidatas serían jóvenes de cómo mucho unos treinta años. Pero nos llevamos una sorpresa mayúscula, cuando empezaron a aparecer en las entrevistas que íbamos haciendo, putas maduras de hasta cincuenta y tantos tacos y, lo que nos sorprendió aún más, mujeres de esa edad pero que nunca habían ejercido la prostitución. Eran señoras aficionadillas o no al sexo, a las que la crisis económica (o el amor al puterío, que de todo había) había empujado a ...
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