1. El anuncio


    Fecha: 31/10/2019, Categorías: Incesto Autor: Schuko, Fuente: TodoRelatos

    ... el despacho y descubrí que era mi madre, el parentesco dejó de tener importancia y sólo contribuyó a aumentar mi excitación. Es más, si tenemos en cuenta la ojeriza que le había cogido al pusilánime de mi padre y su vida vegetativa de prejubilado medio depresivo incapaz de sacar a su familia adelante, el hecho de ponerle los cuernos de aquella manera y con aquella jaca en la que se había convertido la guarrilla de mi madre, me pusieron muy a tono.
    
    De modo que, con la honorable excusa de consolar a mi atribulada progenitora, me acerqué y la abracé con fuerza. Mientras ella enterraba su llorosa cabeza en mi pecho, aproveché mi envergadura para apretar con fuerza de modo que notase la dureza de mi rabo, algo que no debía de pasarle en absoluto inadvertido. La mujer, hizo un leve amago de separarse, pero ya no era posible. La tenía en mis garras y, si había llegado hasta aquí, dispuesta a prostituirse para ganar unos cuartos, no creo que el hecho de que su hijo fuera el dueño de aquel negocio tuviera que impedirle cumplir sus sueños, ¿no?
    
    Notando sus tetazas mullidas bien apretadas en mi barriga, bajé las zarpas para amasar su culo, algo que me resultó bastante fácil gracias a la mini que llevaba. Pude sobar sus gordas nalgas a placer, tan solo el tenue hilillo del tanga evitaba que me lanzase a tantear su ojete con el dedo. Opté por la prudencia y me límite a consolarla hipócritamente, mientras le besuqueaba el cuello y le daba un par de lametones en el lóbulo, diciendo:
    
    —Tranquila, tranquila, mamá, no pasa nada… No llores, mujer. Al menos tienes la suerte de que estoy yo aquí.
    
    —¡Qué vergüenza, hijo, qué vergüenza!
    
    —Deja, deja, no llores —la cogí del cuello y le hice mirarme entre lágrimas. Aquellos labios de mamadora, me atraían como un imán. De modo que, ni corto, ni perezoso, le di un pico, que me devolvió con cierta reticencia, tratando de apartar la cara. Pero la tenía bien sujeta. Así que volví a poner su cara en posición y, esta vez sí, inicié un morreo en toda regla al que ella se resistió inicialmente. Bueno, una resistencia que debió durar unos tres segundos. Después, liberó sus instintos y empezamos un baboso intercambio de saliva, con las lenguas enredadas, mientras mi mano apartaba la tira del tanga para acercar el índice al ojete y darle un suave toquecito que le hizo dar un respingo.
    
    Es que, a ver, en cuanto puse la zarpa en su culo no pude evitarlo. La mano se me fue entre las nalgas y un par de dedos fueron explorando en busca de su apretadito ojete. La guarrilla, cuyo chocho ya empezaba a babear, como pude comprobar a continuación, se hizo la estrecha y pegó un salto en cuanto noto a los intrusos llamando por la puerta trasera. Pero la tenía bien aprisionada y evité al instante el conato de rebeldía, aquel ridículo intentó de mostrarse digna y virginal. Vaya, cualquiera diría que era la misma jamona casada que acababa de entrar a buscar empleo de puta en un burdel. Por lo tanto, la dignidad quedaba descartada. En ...
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