1. El anuncio


    Fecha: 31/10/2019, Categorías: Incesto Autor: Schuko, Fuente: TodoRelatos

    ... mujer, se había puesto de nombre Luci, seguramente un seudónimo, como la mayoría de nuestras empleadas y adjuntó a la solicitud, un par de fotos desnuda frente a un espejo de cuerpo entero, en la que se había difuminado la cara. Estaba bastante buenorra, muslos gruesos, algo de tripita y tetas contundentes, algo caídas, lógicamente, el coñete depilado, como solicitábamos en el anuncio. En una de las fotos se mostraba medio girada, mostrando un plano de un pandero poderoso y que pedía polla a gritos. No negaré que me gustó.
    
    Lo que pasó después fue bastante esperpéntico, pero, pensándolo bien, entraba dentro de lo posible.
    
    —¡Dios mío! —gritó Luci al abrir la puerta, tapándose la cara al instante.
    
    —¡Mamá! —grité yo, sorprendido.
    
    Mi sorpresa, así y todo, no evitó que catalogase el cuerpo de mi progenitora como candidato a un buen polvazo. Se había vestido acorde a la situación: muy putarrona. Unas medias de rejilla, minifalda de cuero marcando muslamen, una minifalda de esas que, en cuanto te sientas, enseñas completo el DNI, como pude comprobar después, una camisa blanca con los botones a reventar por el tetamen y, perfectamente visible a través de la camisa, un sujetador negro de encaje aguantando la pechuga. Muy pintada a lo guarra, con los labios bien rojos y el pelo perfectamente arreglado, recién salida de la peluquería. Era gracioso, siempre venían todas con el pelo perfecto de la peluquería, y después de la entrevista el peinado se había ido a tomar por el culo, después del polvo de bienvenida con tirones de pelo incluidos.
    
    La cuestión es que la polla se me puso en alerta y, antes de que la guarrilla saliera corriendo, decidí detenerla en seco con un autoritario:
    
    —¡Quieta ahí, ni te menees, mamá!
    
    Ella, temblorosa, permaneció junto a la puerta sin saber exactamente qué hacer, había empezado a llorar y se le estaba corriendo el rímel, lo que añadía un componente grotesco al cuadro y me ponía más verraco todavía.
    
    Aclararé en este punto que no mantenía una relación demasiado fluida con mis padres. Con el viejo hablaba poco o nunca y más después de mi aparatosa separación. Y su situación de miembro de las clases pasivas del estado (jubilado, dicho vulgarmente), incapaz de haber encontrado un mínimo empleo para completar su magra pensión, después de tantos años, suscitaba en mí, más desprecio que compasión. Con mi madre mantenía una relación básicamente telefónica. No nos veíamos casi nunca y se limitaba a preguntarme por sus nietas, algo para lo que no tenía un respuesta clara ya que tampoco yo veía demasiado a las niñas. Cosas del divorcio. Resumiendo, la relación con los viejos no era ni buena, ni mala, sino más bien inexistente.
    
    Sobra decir que nunca contemple a mi madre como a una mujer, en el sentido carnal del término. Claro que, tras ver aquellas fotos que respondían al anuncio, sin saber de quién eran, mi polla reaccionó con interés ante aquel cuerpo. Por lo tanto, en cuanto aquella mujer anónima se presentó en ...
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