1. La Libertad III_30: día 12_apuesta


    Fecha: 21/10/2019, Categorías: Incesto Autor: laualma, Fuente: TodoRelatos

    ... Joder…
    
    - Recuerdo que me di cuenta la primera vez porque me costó entender que lo que tienes tú es lo mismo que lo que tenían las demás mujeres. Mi madre, la tía..
    
    - Ay, Pablo, para…
    
    - No, en serio… en la playa siempre me fijaba en las chicas en bikini, desde niño. Mamá siempre me lo decía, que no mirase así de fijamente eso… Las chicas en topless… Pero cuando te miraba a ti se me ponía dura.
    
    - ¿Qué?
    
    - Eso, que se me ponía dura la picha. Yo entonces no entendía aquello, claro…
    
    - Joder, Pablo.
    
    - No era lo mismo que ahora, claro, pero…
    
    - Pero…
    
    - Tienes las tetas más bonitas que he visto nunca, prima…
    
    - Ay, Pablo, ¡pero no puedes decir eso! Si hasta hace dos días es que solo habías visto las mías… y bueno, a ellas dos aunque se las hayas visto, te concedo que en eso sí que les gano, sobre todo a Nurita…
    
    - Ya, pero cómo están, aunque sean más planas…
    
    - Dímelo a mí, jijiji mmmmm… - reí – pero eso, que no tienes con qué comparar realmente, para decirme esas cosas.
    
    La mirada de Pablo desmentía mis palabras sin dudar. Se le salían los ojos literalmente mirándome las tetas. Mi coño se abrió y empezó a escurrir flujo. Iba a pasar algo y yo no iba a ser capaz de pararlo…
    
    - Que sí, prima. Que en la playa te hartas a ver tetas, aunque sea en bañador. Y las tuyas son las mejores, hasta en bañador… o en sujetador – sus dedos se cerraron por fin sobre mi pezón, provocándome una convulsión orgásmica. Cuando me lo apretó con fuerza, tironeando y sacudiéndolo lateralmente con violencia, yo grité entre jadeos…
    
    - ¡¡Hostia, primo!! – pero lo hice aferrándome con fuerza a la silla, apretando las piernas y los ojos para reprimir mi corrida, incapaz de detenerle y de demostrarle nada que no fuera el placer universal que me estaba dando.
    
    Pero Pablo había venido a jugar. Yo creo que había leído bien mi actitud en aquel momento y sabía que, si bien todos mis muros se habían desmoronado por completo durante aquella noche, yo no estaba preparada todavía para dejarle entrar… Y, sin embargo, ya no era más que una cerda cachonda hambrienta de polla. Mis amigas estaban cada vez más cerca de llegar, y él debía actuar rápido. No iba a tener mucho tiempo para calentarme y llevarme al límite. Pues al límite me tenía que tener cuando llegaran ellas. Desde luego, y pese a mis íntimos deseos de tener la fiesta en paz por el resto del día, no entraba en los planes de mi primo desaprovechar todas las preciosas horas de aquel prometedor día. Ni conmigo ni, naturalmente, con mis amigas.
    
    - Tienes unas ubres de vaca con las que podría alimentarme toda la vida, Laura – me dijo Pablo, relamiéndose groseramente.
    
    - ¿Qué dices, Pablo…? – le dije retorciéndome de placer en la silla, amplificando los movimientos en los que sus dedos me retorcían aquel pezón dolorido y estirado que no soltaba ni para atrás.
    
    - Que podría ordeñarte como a una vaca, prima… mira este pezón… - dijo mientras seguía pellizcando y reorciendo.
    
    - ¡¡¡AUUUUUU!!! ...
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