1. La Libertad III_30: día 12_apuesta


    Fecha: 21/10/2019, Categorías: Incesto Autor: laualma, Fuente: TodoRelatos

    ... caer estrepitosamente ante mi primo: huir hacia delante. Lo malo era que aquella vez podía ser la última que cayera, porque mi primo no me iba a seguir perdonando eternamente… No tenía apuesta. No tenía nada. No sabía ni qué demonios quería, en realidad. Era incapaz de pensar. Era incapaz de pensar con otra cosa que no fuera el coño, la verdad. Y así, como una niñata estúpida, salí con lo primero que se me ocurrió. No estaba, ni de lejos, a la altura necesaria para poder controlar a mi primo…
    
    - Vamos, Laura… ¿qué apostarías?
    
    - Te ibas a enterar. Si te ganara, que te iba a ganar… te iba a afeitar todo el cuerpo ...como lo que te hice casi entero en la polla... - añadí, instantáneamente enfadada por la tontería que acababa de decir. Joder, aquello podría haber sido una pasada en cualquier ocasión, pero después de la noche y la mañanita que le había regalado a mi primo, parecía lo más estúpido y ñoño que te podías imaginar, así que añadí, improvisando, aquel último comentario sobre su polla para, al menos, dejar claro en el ultimo momento que el matiz sexual, pese a lo que le había dicho antes, era total y absoluto...
    
    ¿Por qué coño había hecho eso? No sé, ya digo que me había llevado a donde yo no quería estar. Y que me había hecho desear algo que me había jurado no querer. No todavía. Pasaba también que, al comerle yo la polla un momento antes, con lo de nuestro 69 y demás, pues aunque yo me había esforzado bastante en evitar que él terminara de desnudarme del todo, bajándome las braguitas para comerme sin molestias, resulta que él no se había preocupado en absoluto de eso. Es cierto que, dado que la enormidad de su erección me habían impedido sacársela por arriba, pues todavía seguía con sus slips puestos pero, claro, aunque se le había bajado la trempada no la tenía ni mucho menos en reposo. Y con mi mamada le había dejado los calzoncillos retorcidos, medio bajados y deformados. El vello de su pubis, largo y sedoso pero pulcramente rebajado y nítidamente recortado por mí misma días atrás había estado asomándose provocadoramente en todo momento durante nuestra inédita conversación. Evidentemente me había agarrado como una desesperada a aquello como única tabla de salvación posible a la hora de tratar de echarle un órdago a Pablo. Pero yo sabía que aquel salvavidas a por el que me había lanzado como una estúpida había estado fatalmente pinchado desde un principio. No podía dejar de pensar que, haber hecho aquello en aquellas condiciones evidenciaba una actitud abiertamente suicida que solo podía reafirmarme la fuerza con la que yo misma estaba empezando, de repente y sin motivo, a pisar el acelerador que me llevara a consumar lo inevitable con mi primo.
    
    Pablo rió. Había entendido que yo misma estaba a punto de ponerme la soga al cuello. Y entendía también a la perfección que aquello solo podía significar lo que, evidentemente, significaba.
    
    - Está bien, prima… - afortunadamente, Pablo no estaba muy dispuesto a seguir perdiendo el ...
«12...111213...24»