1. Mi odiosa madrastra (3)


    Fecha: 13/09/2024, Categorías: Incesto Autor: Gabriel B, Fuente: TodoRelatos

    ... cabello rubio de Nadia pareció bailar. No era un experto en fotografías, ni de lejos. Pero ese hermoso cielo despejado, el pelo de mi madrastra en movimiento, y ese enorme y terso culo en primer plano, podrían lograr que cualquier estúpido sacara una excelente fotografía.
    
    Nadia miró al horizonte con expresión pensativa. Se levantó un poco la camiseta, para que sólo la cubriera hasta la cintura, pues era lo suficientemente larga como para tapar su lucrativo trasero. Los dos cachetes se veían perfectos.
    
    —A ver cómo quedó —quiso saber ella—. Perfecta —dijo después, cuando vio la foto en mi celular—. Vení, sacame algunas más, y ya te dejo de molestar.
    
    Se metió adentro. Se quitó la camiseta en un movimiento que me pareció increíblemente veloz. Era impresionante la facilidad que tenía esa chica para desnudarse. Ahora sólo quedó con la tanguita negra y el corpiño que hacía juego con ella.
    
    —Una así —dijo.
    
    Se había subido a uno de los sofás individuales, arrodillándose en él. Me daba la espalda, y se sostenía del respaldar. Su voluptuosa figura estaba cubierta apenas con las tiritas de la tanga y del brasier. Agachó la cabeza, con una expresión que me pareció de sumisión, y dejó caer su lindo y abundante cabello rubio a un lado. De repente, sentí que mi verga palpitaba.
    
    —Bueno… —dije.
    
    Pero ella me interrumpió.
    
    —Solo una más —dijo. Se bajó del sofá de un salto y me agarró de la muñeca, para luego llevarme a rastras hasta su habitación.
    
    Se colocó encima de la cama. Primero en una pose de perra, como si estuviera a punto de ser penetrada. Pero como dándose cuenta de que sería una foto muy vulgar, irguió su cuerpo, extendió una de sus piernas, mientras que la otra quedaba flexionada, y giró para ver a la cámara con gesto provocador.
    
    —Así estás perfecta —largué, sin pensármelo mucho.
    
    Mi abstinencia me hizo una última mala jugada. Mi miembro viril se endureció nuevamente. Estaba seguro de que ella lo había notado, al igual que la vez anterior. Aunque estuviera tapado por la remera, no quedaba oculto a una mirada experimentada como la suya.
    
    —Bueno, ahora te las mando por WhatsApp —dije, dándole la espalda.
    
    Estoy casi seguro de que largó una risita mientras me iba. Ahora sí, no pensaba posponer más mi autoalivio. Me metí en el baño para hacerlo. Pero contra mi voluntad, mientras masturbaba mi verga frenéticamente, no pude evitar pensar en mi tonta y odiosa madrastra.
    
    Continuará
    
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