1. Mi odiosa madrastra (3)


    Fecha: 13/09/2024, Categorías: Incesto Autor: Gabriel B, Fuente: TodoRelatos

    ... de encontrarme con su prodigioso culo entangado. Sin embargo, por primera vez sentí que no pretendía llamar mi atención. Estaba todavía muy seria, o más bien triste. Sospechaba que mientras yo estaba secando el piso de la cocina, finalmente se había largado a llorar. Agarró la toalla. Susurró un gracias, y después cerró la puerta.
    
    Mientras se duchaba, arreglé de manera rudimentaria, tal como lo había planeado, la cañería. Después me hice un sándwich con una albóndiga que había quedado del día anterior, y le agregué unos huevos revueltos. Me aseguré de que quedara suficiente para ella. Después me metí un rato en mi habitación. Por esta vez le dejaría espacio.
    
    Me pregunté qué carajos le había pasado. Estaba claro que el incidente de la cocina no había sido el motivo, sino más bien el desencadenante de algo que la molestaba. Quizás estaba relacionado con la cita que la obligué a cancelar la noche anterior. En todo caso, era problema suyo.
    
    Me sorprendí cuando escuché que tocaba a mi puerta. Le dije que pasara.
    
    —Sólo quería decirte que no te sorprendas si me ves con el humor muy cambiado de un momento para otro. Yo soy así —dijo.
    
    —Okey, no hay problema. Mientras ese cambio de humor no implique que me mates a puñaladas —respondí.
    
    —Claro que no. Es que… —dudó en terminar la frase, pero finalmente agregó—: es que, de repente, sin ningún motivo en particular, me acuerdo de Javier, y me pongo muy triste.
    
    —¿Ah sí? —dije, algo escéptico.
    
    —Sí. Aunque no lo creas, nosotros nos amábamos. A nuestra manera, pero nos amábamos.
    
    —¿A nuestra manera? ¿Qué querés decir con eso? —pregunté, aunque casi inmediatamente me arrepentí de hacerlo. No necesitaba detalles sobre la relación que tenían.
    
    —Quizás más adelante te lo explique —respondió ella, como adivinando mi desinterés.
    
    —Okey, no hay problema —dije, y como para cambiar de tema, pregunté—. ¿Qué te parece si voy a comprar para que hagas unas milanesas con ensalada a la noche? Es algo fácil, no te podés quejar —y después, viendo la oportunidad, agregué—. Y para que veas que soy bueno, desde ahora me voy a encargar yo de la limpieza. No quiero que pases por la misma tragedia que hoy. Eso sí, lo voy a hacer siempre y cuando te encargues de la comida.
    
    No lo había hecho con esa intención, pero al escucharme, su semblante triste desapareció, y esbozó una sonrisa que por esta vez no me pareció irritante.
    
    —Ya veo lo bueno que sos. Vos te ocupás de algo que se hace día por medio, mientras que yo tengo que encargarme de lo que se hace a diario, y encima, dos veces al día.
    
    —No te quejes, en el almuerzo como cualquier cosa, no hace falta que cocines al mediodía.
    
    —Okey, consideralo un trato, pero que quede abierta la posibilidad de revisar las cláusulas —dijo ella.
    
    Por ese día olvidé el desprecio que sentía por ella. A la tarde fui a comprar al supermercado más cercano. Vi que en el ascensor había un cartel pegado en el espejo que decía que los del séptimo B eran COVID positivo, y ...
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