1. Mi odiosa madrastra (3)


    Fecha: 13/09/2024, Categorías: Incesto Autor: Gabriel B, Fuente: TodoRelatos

    Capítulo 3
    
    —Se ve que esa mujer es un monstruo —comentó Edu, haciéndose el gracioso.
    
    Le había contado a Joaco, por mensaje, de manera resumida, lo que había sucedido esa tarde. Los otros dos no tardaron en enterarse, y decidieron hacer una videollamada, para que les contara lo sucedido con mayores detalles. Toni soltó una risita, secundando a Edu en su ironía.
    
    —No sean tontos muchachos, esta mina puede ser una loca peligrosa —dijo Joaquín, intentando ser la voz de la razón, como de costumbre.
    
    —Sí, mirá qué peligrosa, dejándose manosear el culo, y encima a cambio le prepara la cena al niño —dijo Edu, siguiendo con su tono irónico—. Leoncio, ¿No querés que cambiemos de lugar? Yo voy a vivir con tu mamita y vos vení a vivir con la mía, que tiene cincuenta y cinco años y sufre de gastritis.
    
    —Que no me digas así idiota —le recriminé en vano, pues al imbécil le gustaba usar ese mote—. Joaco tiene razón. Yo le seguí la corriente, para que la muy puta se diera cuenta que no está tratando con un pendejo pajero cualquiera. Pero es obvio que trae algo entre manos.
    
    —¿Y ese algo no será simplemente querer cogerse a su hijastro? —acotó Toni—. Vamos, que todos nosotros tuvimos alguna fantasía con una mujer y con su hija ¿cierto? ¿Acaso las mujeres no pueden ser iguales de pervertidas?
    
    —Pero si el viejo se murió hace apenas unos meses —se indignó Joaco.
    
    —Lo que sea que pretenda, no lo conseguirá. Si piensa en denunciarme por abuso o algo por el estilo, para echarme del departamento, está perdiendo el tiempo —aseguré.
    
    —Me parece que te estás haciendo mucho la película —opinó Edu, ahora intentando tomarse el tema enserio—. Quizás solo está aburrida. O a lo mejor está siendo sincera, y no lo hizo con ninguna doble intención. A estas alturas debe saber que sos la personificación de la rectitud y la integridad, y seguro que le generás mucha confianza. Si no te la querés coger, al menos aprovechá el paisaje. ¿Sabés cuántos pibes morirían por ver de cerca todos los días a una mujer como esa en tanga? Qué locura. Y ahora que lo pienso, podrías mandarnos alguna foto, ¿no?
    
    —No jodas —fue mi única respuesta.
    
    —De todas formas, es mejor que andes con cuidado —recomendó Joaco.
    
    De repente la puerta de mi habitación se abrió.
    
    —Leonardo, ya está la cena —dijo Nadia.
    
    —¿Acaso no te enseñaron a golpear? —pregunté, indignado.
    
    —¡Hola Nadia! —saludó Edu, y después, dirigiéndose a mí, agregó—. Cabrón, enfocala.
    
    Les di el gusto. Nadia apareció detrás de mí. Los saludó simpáticamente con las manos.
    
    —¡Mucha ropa! —se quejó Toni, pues ella vestía un pantalón y una remera. Seguramente tenían la fantasía de que apareciera en mi cuarto semidesnuda, lo que no sería algo descabellado tratándose de ella.
    
    —Bajá antes de que se enfríe —dijo Nadia, y salió de mi habitación.
    
    —Eso es Leoncio —acotó Edu—. Andá a comer la rica cena casera que te hizo tu diabólica madrastra, que anda por el departamento en tanga y se deja pasar la crema protectora ...
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