1. Mi odiosa madrastra (3)


    Fecha: 13/09/2024, Categorías: Incesto Autor: Gabriel B, Fuente: TodoRelatos

    ... convivir con una mujer que no tardó ni dos días en romper las normas vigentes. Ni mucho menos permitiría que meta ese virus chino en casa. Y sobre lo otro… ¡qué carajos! ¿Cuánto tiempo tengo que esperar para tener sexo?, me había preguntado la muy zorrita, cuando insinué que no se iba a ver a una amiga, sino a un amante. La verdad es que no sabía cuánto era el tiempo prudencial que una mujer debía guardar el luto por su pareja, pero para mí, el cadáver de papá todavía estaba tibio. El solo hecho de que se le cruzara por la cabeza la idea de coger con otro tipo, cuando no se cumplían tres meses siquiera del fallecimiento de su pareja, me parecía algo completamente descarado. Aunque de ella ya no me sorprendía prácticamente nada.
    
    Ese día me levanté con la típica erección mañanera. Una erección tan potente, que cuando fui a orinar, me tuve que sentar, ya que era imposible hacerlo de parado. En ese momento volví a extrañar a Érica. Aunque en esta ocasión no fue una cuestión sentimental la que me hizo añorarla. Nunca fui una persona con la libido muy alta, pero sí que estaba acostumbrado a mantener relaciones sexuales con cierta regularidad. Edu y los demás siempre me decían que mi aparente desinterés por el sexo era debido a que, como siempre tuve con quién hacerlo, no comprendía lo que significaba estar en abstinencia sexual. Daba la casualidad de que en los últimos días, antes de mi rompimiento con Érica, no habíamos tenido relaciones, lo que, sumado a los tres días desde que vivía con Nadia, ya llevaba casi una semana sin coger, y sin masturbarme, ya que no solía realizar esas prácticas.
    
    Recordé que algunas veces, mi exnovia, cuando estaba de humor, o cuando quería disculparse por alguna pelea que habíamos tenido, me despertaba, en esos días en los que yo amanecía con una potentísima erección, practicándome sexo oral. A mí me incomodaba que se comportara como una puta, pero el placer era tan delicioso que la dejaba hacer.
    
    Y ahora, después de mucho tiempo, sentía en mi cuerpo la carencia de sexo. Por primera vez entendía por qué mis amigos se comportaban como unos primates cuando veían a una mujer atractiva. Ellos, pobres, seguramente habían pasado períodos mucho más largos que yo sin coger.
    
    Pero bueno, qué le iba a hacer. Tampoco me iba a morir por eso. Estuve a punto de masturbarme en el baño, pero el ruido de la aspiradora recién encendida me recordó que Nadia andaba rondando por la casa.
    
    Me lavé la cara. Vi unos videos cualesquiera en el celular, para distraerme y que se me bajara la erección. Luego de unos minutos lo conseguí. Me vestí y fui a la sala de estar.
    
    Una imagen ridícula y grotesca me estaba esperando.
    
    —Hola. Al fin te levantaste —dijo Nadia.
    
    Se encontraba pasando la aspiradora en la sala de estar. Pero eso no era lo raro, de hecho, se había comprometido a hacerlo, por lo que resultaba lógico. Lo inusual era que llevaba puesto el uniforme de Ramona, la empleada doméstica que había dejado de ir a nuestra casa ...
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