Todo cuenta - Relatos Eróticos

Todo cuenta

... mío, ofreciéndomelo. Me arrodillé ante él, incrédulo: mi gran crush, el chico con el que había soñado tantas noches, en mi habitación y al desnudo... Lo tomé por la base, suave y desbastada sin vello, a diferencia de mí. No era particularmente gruesa, pero seguía siendo bella y de un bonito tamaño. Deslicé la punta por mis labios, tanteando cada textura y cada curvatura de su silueta erecta. La piel ofrecía una transición casi invisible entre el glande y el resto del cuerpo rígido que rozó mi paladar con su gloriosa y cálida presencia. Y toda para mí solo. David mantenía la boca abierta mientras me observaba trabajar su erección. La temperatura corporal debió de subir, al igual que la mía, pues finalmente se retiró la camiseta, la única ropa que le quedaba puesta, y la arrojó a un lado. Qué cuerpo más bello tenía... Delgado, escultórico, magro... Tan solo había un detalle que resultó inesperado: en su pectoral izquierdo, justo debajo de la clavícula, un tatuaje oscuro de letras asiáticas estilizadas. Deduje que serían japonesas por su ascendencia.

-¿Qué pone ahí?-pregunté.

David bajó la mirada al pedazo de arte y pasó la mano por encima. Que se sobase a sí mismo me pareció tan excitante....

-Dice “valor”.

-Genial.

Tras un rato de saborearlo, volvimos a recostarnos en la cama para dar más rienda suelta a la sensualidad del momento, hombro con hombro. Y sí, me besó larga y apasionadamente, algo que nunca creí que fuera a suceder en la vida real. Y tenía su miembro tieso en mi mano, y el mío en la suya, y estábamos a gusto, relajados, compartiendo un mismo lecho y masturbándonos mutuamente. Debió de captar alguna mirada indiscreta mía cuando me dijo:

-La quieres dentro, ¿verdad?

Su tono luctuoso me puso cachondo al instante.

-¿Me cabrá?-respondí del mismo modo.

-Solo hay una manera de saberlo.

Su mano rozando la cara interna de mi muslo era señal de lo que quería. La idea me excitaba desde hacía tiempo, solo que no encontraba la manera de encauzarlo. Me apoyé sobre mi costado, de espaldas a él, incitando una entrada con la que había fantaseado en varias ocasiones.

La saliva era todo el lubricante que necesitábamos. De nuevo, por mi posición, no era capaz de verlo, pero podía sentir todos sus movimientos. Se acomodó detrás de mí, tumbado sobre un lado, y pronto sentí la primera incisión. Vino acompañado de mi primer suspiro de placer, no sé si por gusto o por la propia idea del sueño realizado. A medida que mi cuerpo se amoldaba a su intrusión, David se introducía más y más, aumentando la sensación de calor y de deleite.

-¿Todo bien?-inquirió a medio camino.

-Sigue.

Sin pausa, pero sin prisa, hasta que todo él estuvo acoplado a mí. Su piel suave se adhirió a la mía y lo mismo hicieron los primeros rastros de sudor que empezaban a aflorar por acción del contacto y de la fricción. Conmigo a su completa merced, me empujó para que me recostara boca abajo, sin abandonar su erecta presencia, y se recostó sobre mí. ...