Años 70. Vacaciones en Alemania parte III - Relatos Eróticos

Años 70. Vacaciones en Alemania parte III

... intentaré aprobar, pero ¿solo vernos? - me contestó con cara de niña mala. - Bueno, pues mañana te cambio las bragas usadas, ¿eh? Llévatelas al colegio para que me las puedas dar.

Apareció Renate con una bata larga de seda blanca que le favorecía un montón. Al sentarse para cenar lo hizo enfrente mio y ví que no llevaba nada debajo, ni sujetador ni bragas. Tomamos algo de cena. Luego estuvimos unos minutos charlando, enseñándome la madre el chichi y la hija las tetas por las mangas de la camiseta.

Cuando se oyó la puerta porque llegaba su marido, Renate se levantó para empezar a recoger la mesa.

Karl, el padre, me saludó y me dijo que me llevaba ya mismo a casa de los Sauer antes de sentarse a cenar. Karin quiso venir, pero su padre se negó y le dijo que tenía que dormir para ir al colegio al día siguiente. Me despedí de ellas y nos fuimos.

En el trayecto hacia mi casa de acogida me preguntó cómo había ido la clase. Le dije que bastante bien. Me preguntó que estudiaba y le dije que empezaba Ingeniería Civil, que es el equivalente mundial a Caminos. Me contó que tenía una tienda de toldos, y se lamentó de que el verano era una época de mucho trabajo y no podía ayudar a su hija con los deberes. Me agradeció que hiciese el esfuerzo de enseñarle, aunque nos conocíamos desde solo cuatro días.

- Debería pagarte algo por las clases - me insinuó como hablando para sí mismo.

- De eso nada, lo hago encantado. No tengo otra cosa que hacer y practico el idioma - dije negándome en rotundo.

- Gracias Jorge, - me dijo - si alguna vez necesitas un trabajillo o algo así, me lo dices y te vienes a la tienda conmigo. Hacemos muchos montajes y siempre me hace falta gente cualificada.

Me dejó en casa y estuve un rato hablando con Hanna y Otto en la cocina, haciéndoles un relato de los acontecimientos de día, sin entrar en detalles. Luego me fui a la cama; los hijos ya dormían. Me tumbé en la cama y me llevé las bragas usadas a la nariz, aspiré y sonreí. Hanna pasó a ver a sus hijos antes de irse a dormir y me pillo con las bragas en la nariz. Levantó el dedo índice y moviéndolo y señalándome, sonriendo me susurró: “Eres un niño malo”. (Du bist ein böser Junge).

Años después recordé ese momento porque se pusieron de moda camisetas con esa frase y se venden incluso por internet.

Luego me dormí con las braguitas en la mano cerca de mi cara.