1. Lidia y Rosa, las hijas de mi mujer, y mi ahijada


    Fecha: 28/08/2024, Categorías: Incesto Autor: Quique, Fuente: TodoRelatos

    ... pregunté:
    
    -¿Pasa algo, Elsa?
    
    -Que tienes el pene muy largo y muy gordo.
    
    Tengo una polla normal, pero por lo que se desprendía de sus palabras, el marido de Elsa no debía tener gran cosa.
    
    -Ya verás como te gusta.
    
    -No, si gustar me gusta, pero me vas a hacer más grande el agujero del chocho y mi marido lo va a notar.
    
    -¡Qué va, mujer! Las vaginas dan de sí y después vuelven a su estado normal.
    
    -Espero que estés en lo cierto.
    
    -¿Me la mamas o vamos directamente al tema?
    
    -¿A ti qué te gustaría?
    
    -Que me la mames primero.
    
    -Pues te la mamo.
    
    Fui a su lado y le puse la polla en los labios, abrió la boca y me la mamó sin manos, al principio, luego me la mamó acariciando mis huevos, huevos que acabo chupando. Después, mamándomela y masturbándome, se puso tan cachonda que me preguntó:
    
    -¿No tiene un colchón o algo más blando que el piso?
    
    -Tengo una cama en la parte de atrás del taller donde a veces me echo la siesta.
    
    -¿Vamos para ella?
    
    -Vamos.
    
    Recogimos las ropas y los zapatos y nos fuimos. Mi polla lloró por su único ojo viendo su precioso culo ir de un lado al otro. ¡Y lo que le quedaba por llorar!
    
    Elsa se echó boca arriba sobre la cama y me dijo:
    
    -Házmelo despacito.
    
    Me subí encima de ella, le froté la polla en el coño, empujé y la polla entró sin dificultad, eso sí, apretada a más no poder. Nos besamos dulcemente mientras la polla iba entrando en su coño. Al tenerla toda dentro dejé de darle al culo. Luego la puse encima de mí. Mojé el dedo medio de la mano derecha en la boca y con la yema le acaricié el ojete. Sus nalgas se cerraban y apretaban el dedo. Sin dejar de besarme sacó unos centímetros la polla del coño y después la volvió a meter. Poco a poco, fue sacando y metiendo más polla, hasta que quedó solo la puntita dentro. Ya tenía la vagina bien lubricada cuando bajó el culo y la metió de un tirón. Dejo de besarme, puso las palmas de sus manos sobre mi pecho y comenzó a subir y a bajar el culo cada vez más prisa. Sus tetas, a pesar de ser grandes, estaban tan duras que apenas se movían cuando me folló a mil por hora. De mil por hora pasó a cero. Apretó el culo, echó la cabeza hacia atrás y descargó sobre mi polla entre sensuales gemidos.
    
    Al acabar de correrse, la puse debajo de mí para correrme yo. Tardé un poco y por primera vez, en toda la noche, me dijo:
    
    -¡Me corro!
    
    Escuchar esas dos palabras fue el detonante para que la sacara y me corriera sobre sus abultadas areolas y sobre sus pezones.
    
    En fin, que está trabajando para mí y cuando le pica, que es de cuando en vez, me busca.
    
    Quique 
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