1. Lidia y Rosa, las hijas de mi mujer, y mi ahijada


    Fecha: 28/08/2024, Categorías: Incesto Autor: Quique, Fuente: TodoRelatos

    ... mujer. Se llama Colette y es una chica francesa, rubia, de mi misma estatura y edad, delgada, preciosa y lesbiana.
    
    -¿Dónde la conociste?
    
    -Era compañera de trabajo.
    
    -¿Y cómo te sedujo?
    
    -No me sedujo, la seduje yo a ella.
    
    -No te veo seduciendo a otra mujer.
    
    -Ya estaba madura.
    
    -Explícame eso.
    
    -Verás, Colette, ya se me había insinuado varias veces y la había rechazado, pero mi última noche de trabajo, como estábamos solas en la oficina y no nos íbamos a volver a ver, quise saber que se sentía al hacerlo con una mujer. No tuve que hacer mucho para seducirla. Solo tuve que echarle la lengua una vez que se cruzaron nuestras miradas. El resto ya vino rodado.
    
    -Si te hizo correr ocho veces, debía saber latín.
    
    -Lo que sabía era darle a la lengua.
    
    -¿Hiciste que se corriera ella alguna vez?
    
    -Hice que se corriera ocho veces.
    
    Lidia no se lo podía creer.
    
    -¡¿Cómo?!
    
    -Con la lengua y haciéndole lo que antes me había hecho ella a mí. ¿Vas a probar los pintalabios vibradores?
    
    -¿Por qué lo preguntas?
    
    -Porque si tú quieres te enseño a utilizarlos.
    
    -Te dio fuerte eso de hacerlo con otra mujer, pero resulta que yo soy tu hermana.
    
    -Solo te iba a indicar cómo utilizarlos para quitarle el mayor placer.
    
    -¿Masturbándome tú?
    
    -Sí.
    
    -No sé, eres mi hermana.
    
    -¿Te siguen gustando los juegos de rol, Lidia?
    
    -Sí.
    
    -Pues hagamos un juego de rol sexual, así ya no sería tu hermana.
    
    -¿Quién serías?
    
    -Una puta que vende juguetes sexuales.
    
    -Vale, coge los vibradores, sal de la habitación y vuelve a entrar.
    
    Al volver a entrar, Lidia, estaba de pie al lado de la cama tapada con la sábana. Le dijo a su hermana:
    
    -Perdone que la reciba así, pero me pilló después de haberme duchado.
    
    -Sin problema. Le traigo lo que me ha pedido.
    
    Fue a su lado y le dio la caja con los pintalabios vibradores. Lidia abrió la caja, los sacó y le dijo:
    
    -Según el anuncio, la vendedora puede enseñar cómo exprimir al máximo los placenteros efectos del vibrador.
    
    Rosa se sentó en el borde de la cama.
    
    -Sí, y a dar sexo oral, pero eso tiene un precio.
    
    -¿Cuál es ese precio?
    
    -La reciprocidad.
    
    -Me parece un precio justo.
    
    Rosa no era de juegos, era de pasión, de lujuria, era una mujer de fuego, y se hartó nada más empezar a jugar.
    
    -Oye, Lidia, y si nos dejamos de juegos y echamos un polvo como es debido, coño.
    
    -¡Qué vulgar eres!
    
    -Soy práctica. Si quieres follar, me desnudo, si no me voy y te haces una paja.
    
    No se lo tuvo que pensar.
    
    -Vale, desnúdate.
    
    Se quitó la chaqueta, la blusa blanca y el sujetador. Unas tetas redondas, medianas, tirando a grandes, con areolas marrones y bellos pezones, quedaron al aire, luego se quitó los zapatos, los calcetines y los pantalones y un coño rasurado quedó al descubierto. Después fue hasta la cama, donde ya estaba Lidia, le quitó la sábana de encima, se echó a su lado y le dijo:
    
    -Te tengo que confesar algo que no sé si te va a gustar.
    
    -Sea lo que sea, no ...
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