1. Lidia y Rosa, las hijas de mi mujer, y mi ahijada


    Fecha: 28/08/2024, Categorías: Incesto Autor: Quique, Fuente: TodoRelatos

    Rosa, que era morena, alta, rellena, de ojos negros y de cabello marrón y muy corto, llegó a casa y nos sintió hablar a Lidia y a mí en la cocina. Con una maleta en la mano, vino junto a nosotro. Sonriendo, dijo:
    
    -¡Cómo os cuidáis!
    
    Lidia, al verla, se puso en pie, fue a su lado, le dio un abrazo y un beso en la mejilla, beso que le fue devuelto, y le dijo:
    
    -Tú y tus visitas por sorpresa.
    
    Puso la maleta en el piso.
    
    -No vengo de visita, vengo para quedarme. ¿No invitáis a un trozo de pizza y a un vaso de vino?
    
    Le respondí yo.
    
    -Siéntate a la mesa.
    
    Se sentó, charlamos y después nos fuimos cada uno para nuestra habitación.
    
    Al día siguiente, por la mañana, Rosa, vestida con un traje de pantalón de color gris y calzando unos zapatos con poco tacón y del mismo color que el del traje, fue a la habitación de Lidia, tocó con los nudillos en la puerta y preguntó:
    
    -¿Se puede?
    
    -Adelante.
    
    Entró y le llegó un fuerte olor a sexo.
    
    -Aquí huele a tema.
    
    Lidia, se sentó en la cama, y medio se tapó con una sábana, y digo medio se tapó porque dejó una pierna y algo de la cadera desnuda al descubierto, le dijo:
    
    -Me acabo de hacer un dedo.
    
    -Eso no te lo crees ni tú.
    
    -Pues es cierto.
    
    -Aquí huele a polla y a coño. Te has tirado a Mateo.
    
    Se lo negó a palo seco.
    
    -No. ¿A qué has venido a mi habitación?
    
    Rosa no iba a darse por vencida.
    
    -En esta casa no hay más hombre que él, te lo has tirado. ¿Qué tal folla?
    
    -Y yo qué sé, ya te he dicho que no he follado con él. ¿A qué has venido a mi habitación?
    
    -Se me olvidó. ¡Ah, sí! Te traía un regalito.
    
    Sacó del bolsillo del pantalón una cajita y se la dio.
    
    -Gracias. ¿Qué es?
    
    -Abre la caja y lo sabrás.
    
    La abrió y se encontró con dos barras de labios.
    
    -Gracias por el detalle.
    
    Rosa se sentó en el borde de la cama.
    
    -Quita la tapa de uno de ellos y gira la base.
    
    Quitó una tapa, giró la base y el pintalabios comenzó a vibrar.
    
    A Lidia se le dibujó una sonrisa en los labios.
    
    -Esta cosa debe ser una maravilla para el clítoris.
    
    -Girando la base le puedes dar más potencia.
    
    -Y me has traído dos por si se me estropea uno.
    
    -Te he traído dos porque dos al mismo tiempo estimulan mejor el clítoris, los lóbulos de las orejas, los pezones, el ojete... ¿Folla bien Mateo?
    
    -No seas pesada.
    
    -Nunca hemos tenido secretos.
    
    -Ya, pero...
    
    -¿Cuántas veces te hizo correr?
    
    -Deja ya de preguntar.
    
    -¿Cuántas? Si me lo dices te digo yo cuántas veces me corrí hace dos noches.
    
    -No me interesa saber cuántas veces te corriste.
    
    -Fue con una chica.
    
    Lidia quedó para allá.
    
    -¡No!
    
    -Sí. ¿Cuántas?
    
    Lidia cantó porque tenía curiosidad por saber lo de su hermana con otra chica.
    
    -Cinco veces, pesada, ayer me corrí cinco veces.
    
    -¿Y él?
    
    -Él se corrió dos veces.
    
    -¿Dentro de ti?
    
    -Sí. ¿Cuántas veces te corriste tú?
    
    -Yo, hace dos noches, me corrí ocho veces.
    
    Lidia se llevó una sorpresa.
    
    -¡¿Con una mujer?!
    
    -Pues sí, con una ...
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