A la vejez, Paco - Relatos Eróticos

A la vejez, Paco

... se adentraban en ella como tratando de dilatar aquella vagina que pronto recibiría ese artefacto que portaba Paco.

Tenía el pelo algo desmadejado ya y se incorporó abandonando aquél pene duro y grueso que estaba lamiendo. Agrupó su pelo formando una coleta y anudó nuevamente la goma. Le tomó de las manos y se las llevó a sus pechos.

-¿No quieres tocármelas?-Preguntó a Paco.

Este no dijo nada. Yo notaba que a medida que iba pasando el tiempo, Paco se iba soltando más. Se encontraba más cómodo en aquella situación. Que le gustaba no ofrecía dudas. Que estaba deseoso de follar, tampoco. Pensé en los preservativos que había comprado en la farmacia aquella mañana. ¿Serían adecuados?. No pensé en el grosor que podría tener su pene. Era lógico. El látex se adapta, pero en cosas normales. Con un grosor así…no sabía yo.

-Abre las piernas, María-Pedí a mi mujer.

Ella, arrodillada sobre el pene de Paco, separó sus piernas. Las manos de Paco acariciaban sus pechos y sus pezones. Mi lengua se posó sobre su raja. Al notar mi lengua, María abrió más sus piernas. Lamía sin cesar el pene de Paco. Él, ávido de sexo tras su separación, manoseaba los pechos de ella. Mi lengua fue más intensa e incisiva y buscó su clítoris. Allí, sobre el micro pene, hice temblar el cuerpo de María que, ya cansada de la postura, optó por incorporarse.

Salí de entre sus piernas y me arrodillé junto a ella. Paco también se incorporó y los tres, de rodillas, formando un círculo de vicio y deseo, juntamos nuestras cabezas a la vez que María me meneaba la polla con una mano y con la otra hacía lo mismo con la de Paco. La besé mientras Paco hurgaba en su coño. Le oí una exclamación intensa. Pensé que se habría corrido o que estaba a punto de hacerlo. María es una experta con la mano. Doy fe.

-¿Estás bien, Paco?-Preguntó ella.

-Uf, si…Buf…-respondió él.

María se tumbó en la cama y Paco y yo nos apostamos cada uno a un lado de ella. Mientras yo la besaba en la boca, Paco acariciaba su coño en un frenesí de suspiros y ayes de placer. Me había familiarizado ya con Paco. Le miraba con cierto respeto, complicidad y hasta con deseo. ¿Deseo?. Soy hetero y así lo manifiesto, pero esa polla de Paco…había despertado en mi algo y no sabía que.

María hizo que me arrodillase a su lado y tomó mi pene con su mano para llevárselo a la boca. Mientras ella me la chupaba, miré a Paco. Se afanaba con sus dedos dentro de su coño mientras acariciaba sus muslos por su cara interna. Abrí el cajón de mi mesilla y extraje de el la caja de preservativos que había comprado aquella mañana. Se la lancé a Paco en una señal inequívoca de lo que pretendía: que se follase a mi mujer. El, abrió la caja y extrajo un pack de dos preservativos. Al intentar ponerse el primero, se rompió. El segundo llevó el mismo camino. El tercero tuvo el mismo final. María se incorporó y miramos los preservativos. En un lado de la cama yacían tres gomas rotas.

-Ven, túmbate, Paco. Déjame que yo te lo ponga-Dijo ...