1. A la vejez, Paco


    Fecha: 29/03/2019, Categorías: Sexo en Grupo Autor: coronelwinston, Fuente: TodoRelatos

    Para María y Paco por hacerme partícipe de sus inquietudes.
    
    Cuando le planteé a mi marido lo que deseaba, me escuchó con atención. No puso objeciones. Hizo algunas preguntas para cerciorarse de que aquello era lo que realmente deseaba y, después, tras nuestra conversación, él tomó las riendas de la situación que íbamos a vivir.
    
    Juanjo estaba contento. No es que hubiese motivos, pero se lo tomó con calma y tranquilidad. El despido laboral hoy es un mal común. Demasiado común en nuestra sociedad. Una enfermedad, me atrevería a decir.
    
    Cuando mi marido llegó aquella mañana a su lugar de trabajo, la noticia le estaba esperando. En quince días estaría engrosando las listas del desempleo y, por consiguiente, en el paro. Una indemnización adecuada, un carné para un gimnasio de la empresa, un cheque regalo para dos noches de hotel, un reloj conmemorando los diez años de dedicación a la compañía, y una palmada en la espalda, eso si, llena de buenos deseos y parabienes, fueron todas las cosas que transportó a nuestra casa.
    
    Su edad no auguraba, laboralmente hablando, nada bueno. En difícil situación, trató de ser positivo. Optimismo no le iba a faltar. Rápidamente buscó no quedarse de brazos cruzados. Mientras llegaba alguna posibilidad de un nuevo trabajo, se mantendría ocupado.
    
    -Estoy contento. Muy contento. Me he inscrito en el gimnasio de ahí arriba. Es uno de los que está asociado a la empresa. No habrá problemas. ¿Qué te parece?.
    
    -Me parece muy bien. Ya sabes que en lo tocante a hacer deporte, soy una viciosa.
    
    -Bueno, en realidad…he inscrito a los dos. Son cien euros al mes. Eso nos da derecho a tres días por semana, aunque de momento solo iremos uno, y…
    
    -¡Ya empiezas a gastar!. Te recuerdo que ahora, aunque cobres el desempleo y hayas obtenido una liquidación sustancial, debemos controlar los gastos. No sabemos cuando encontrarás un nuevo trabajo.
    
    -Lo sé, lo sé. Pero el deporte nos vendrá bien. Ya sé que a ti no te hace mucha falta, pues siempre te has cuidado, pero yo…estoy hecho una pena. Vida sedentaria, tabaco, alcohol, estrés…
    
    -Mucho trasnoche…-Apunté.
    
    -Reuniones. Lo sabes bien.
    
    -Ya, ya lo sé. Pero eso de quitar horas de sueño al cuerpo y descanso a la mente, no es bueno. Hay que regenerar…y tú, te has degenerado.
    
    -Por eso quiero hacer deporte. Y para sentirme más obligado y que no me den tentaciones de dejarlo ante el sacrificio que hay que hacer, te he inscrito para que me acompañes. ¿No te parece mal, verdad?. Solo son cien euros al mes.
    
    Esta fue la conversación que mantuve con mi mujer. Una conversación de lo más normal. Pero al igual que mi trabajo me reservó aquella sorpresa, el gimnasio también me iba a deparar otra bien distinta. Como ella dijo al comienzo de esta confesión, yo tomé las riendas. Incluso las del relato, porque ella decidió que continuase escribiendo yo. Por eso os voy a explicar, desde el punto de vista más real, lo que sucedió. Al menos, trataré de hacerlo sin faltar ni modificar ...
«1234...14»