A la vejez, Paco - Relatos Eróticos

A la vejez, Paco

... grifo y mi cuerpo se posó debajo de los finos chorros mientras mi mujer aún andaba desnudándose. Se quejaba de que la iba a mojar sus ropas y refunfuñaba haciendo aspavientos.

Estábamos en la ducha enjabonando nuestros cuerpos cuando escuché la voz de Paco irrumpiendo en los aseos.

Me sorprendió que me llamara en voz alta, y me sorprendió más que adivinara que estaba duchándome con mi mujer. Me dijo que se instalaba en la ducha de al lado y eso me molestaba. Esa cercanía no me hacía gracia. Tal vez si yo no hubiera sabido que estaba allí podría haber follado con mi mujer, cosa que me excitaba demasiado, pero al ser conocedor de su presencia no podría hacerlo. Me cortaba la historia.

Escuché como canturrea bajo los chorros de agua y hacía gracias para provocar nuestras risas. En mi no causaba efecto, pero en mi mujer si. Ella le consideraba gracioso.

Cuando terminamos de ducharnos salimos al aseo y mientras recogíamos nuestras cosas observé que Paco salía de su ducha totalmente desnudo. Le llamé la atención y me dijo que si me molestaba que mi mujer le viera desnudo que no la llevara a las duchas de los hombres porque allí era una práctica habitual. Todo ello con una sonrisa perversa a la vez que una tanto estúpida. Mi mujer corroboró el detalle diciendo que en el baño de las mujeres ocurría lo mismo. Salían desnudas. Quedé, ante la vista de Paco, como un estúpido estrechón. Nada más lejos de la realidad.

Cerramos la conversación y le dejamos vistiéndose. Cuando salimos a la calle mi mujer me preguntó si me había fijado en la polla de Paco. Naturalmente contesté que si. Paco tiene una polla un tanto peculiar. Su pene parece corto pero muy grueso. Parece un tapón cuando se encuentra en estado flácido.

Mi mujer se apiadó de el y comentó que al estar divorciado no follaría. Con aquella conversación nos alejamos del gimnasio y llegamos a nuestra casa. Yo pensaba en el tapón de Paco y mi mujer en su polla. Ambos reímos a costa de la polla de Paco y de las ocurrencias que nos venían a la mente.

El siguiente día que fui al gimnasio estuve a punto de lesionarme por querer rivalizar con Paco sobre una bicicleta. Al final, lo único que conseguimos fue sudar de lo lindo. Mi mujer y yo nos fuimos a las duchas pero tuvimos la precaución de dejar pasar un rato para evitar juntarnos con Paco en los aseos. Cuando por fín decidimos acceder a la ducha, entramos en el baño y no escuchamos nada. Nos despojamos de nuestras ropas sudadas y accedimos al interior de la ducha. Nos remojamos, nos enjabonamos y comenzamos a bromear entre los dos.

Con tanto enjabonamiento conseguí que se me pusiera la polla dura. Aprovechando que estábamos sólos pedí a mi mujer que me la chupara. Ella lo hizo de inmediato. Se puso tan cachonda y excitada que comenzó a masturbase para mi mayor alegría. Ella seguía con su boca acariciando mi glande a la vez que sentía que me iba a correr. Los chorros de semen salieron disparados a su libre albedrío al retirar mi mujer ...