A la vejez, Paco - Relatos Eróticos

A la vejez, Paco

... maría.

-Me pasa con frecuencia-Dijo él.

-La tienes como un cañón, jodio-Dije yo.

-Por desgracia uso pocos, pero cuando los he necesitado-Hizo una pausa-en realidad nunca los necesito.

Paco se tumbó boca arriba en la cama. María, entre sus piernas, trató de poner el cuarto preservativo a Paco. Si, y obtuvo el mismo éxito que él con los tres anteriores.

-Te los han dado en mal estado, caducados-Dijo ella.

Miré la fecha de caducidad y aún quedaban meses para que venciera.

-No, lo que pasa es que Paco la tiene muy gorda.

-Yo no puedo, Paco. No puedo ponerte el preservativo. Se van a estropear todos-Dijo María.

-Pues nada, yo ya he roto tres. Solo quedan dos. Y si seguimos probando, igual se rompen. O se rompen cuando los estemos usando y se te queda algún trozo de goma dentro. Si sirve de algo, si queréis…estoy vasectomizado, pero siempre puedo eyacular fuera…hace ya tres años que no estoy con una mujer.

-Follaremos sin preservativo. Yo ya he perdido la regla, tú tienes una vasectomía hecha…y creo que estamos sanos. ¿No os parece?-Preguntó María.

-Como veáis vosotros-Dijo Paco.

-Ya puestos, coño…! No lo vamos a dejar ahora!-Exclamé-Tres años garantizan estar limpio-Apunté.

Paco seguía tumbado en la cama boca arriba. María, a horcajadas, se sentó sobre él. En un alarde de locura, tal vez provocada por la excitación, tomé la polla de Paco con mi mano derecha y trate de arrimarla al coño de María. A medio camino sufrí la locura. Su glande hinchado se perdió dentro de mi boca. María no dijo nada, al contrario, la excitó ver aquello. Paco, por su parte, levantó la cabeza ligeramente y la dejó caer cuando se aseguró que era yo quien se la estaba chupando y no María. Tras unos lametazos con rigor, guíe aquél pene gordo hasta la abertura de mi mujer. María lo recibió entusiasmada. En un principio dudé si aquél pepino iba a entrar en el estrecho coño de María, pero está visto que cuando se desea, se puede. La dilatación de los labios de un coño cada día me sorprende más.

María comenzó a cabalgar aquél estoque. Sus ayes de placer y sus gemidos inundaron la habitación. Paco jadeaba cada vez con más intensidad. Sabía que se iba a correr dentro de mi mujer. Casi lo habíamos pactado. María se apretaba los pechos mientras me lamía el glande y cabalgaba sobre Paco. En apenas unos minutos, Paco compuso un gesto de dolor en su rostro y noté que se estaba corriendo. María aceleró su cabalgada para poder llegar, junto a él, al orgasmo que no se produjo. Paco estaba muy tierno. Mucho tiempo sin follar. La verdad, demasiado aguantó.

Estaba claro que Paco ya no daba más de si. Y yo, yo no me iba a follar a mi mujer con el semen de Paco dentro de su vagina. María se fue al baño a lavarse y Paco y yo nos quedamos en la cama.

-¿Qué tal?-Le pregunté.

-Oh, excelente. Ya ni me acordaba de cómo se siente al estar con una mujer. Hace tanto tiempo.

-¿Ni siquiera has ido de putas?-Interrogué.

-No. No tengo dinero para esas ...