Se descubre una nueva ilusión 11 - Relatos Eróticos

Se descubre una nueva ilusión 11

... por completo, que menos que lo haga con un nuevo nombre. –dijo Aisha. Unos minutos más tarde llegaron a su parcela, la cual se bajó con ella acompañándola junto con dos agentes de policía. Subieron por el ascensor hasta que abrió la puerta con sus llaves para pasar dentro. En ese momento, le dio una tarjeta por si le pasaba algo o quisiera hablar con ella, ya que Ariadna la había cogido cariño al leer su informe descubriendo que era huérfana, muriendo sus padres, quedándose con algunas hermanas que no parecían vivir cerca, sino en otra comunidad. De todas formas, la Jueza nada más marcharse en el coche, llamó al Juez que le dictaminó la sentencia. –Hola, Roberto. –Si, dime Ariadna. –Te llamaba sobre la sentencia de Angela, en el caso de las dos sumisas con su madre. –dijo Ariadna. –Si, claro. –dijo Roberto. –Veo a la chica, muy afectada, tanto que ha sucedido esto. –dijo Ariadna. –Me suena que no terminan de encajar las pruebas del caso. –dijo Ariadna. –Si, yo también lo creo Ariadna. –Pero estamos dictando la sentencia de acuerdo con la ley. –dijo el Juez. –De todas maneras, he encargado una investigación para esclarecer toda la verdad, Ariadna. –dijo el Juez. –Te lo digo porque dentro de unos días, le llegará la sentencia final, y es culpable. –dijo Ariadna. –¿Dentro de unos días? –preguntó Roberto. –Si, hoy en la sala del tribunal, vi los informes encima de la mesa. –dijo la Jueza. –Todavía, no me han llegado ningún caso. –dijo el Juez. –Mañana, los tendrás en tu mesa, así que ve preparándote para trabajar duro, Roberto. –dijo Ariadna.

–Por cierto, deja de jugar, que me he enterado que andas ahora, siendo un esclavo y perro blanco. –dijo Ariadna. –¿Y cómo te has enterado Ariadna? –preguntó Roberto. –Te han visto lamiendo los pies de una chica negra, además por otras tres mujeres blancas que viven en tu parcela, Roberto. –dijo Ariadna. –¡Joder, si que las noticias vuelan! –dijo Roberto. –Y yo que quería experimentar unos días más. –dijo Roberto. –Yo no te digo nada, Roberto. –¡Qué te gusta ser un perro y un esclavo, vale! –dijo Ariadna. –¡Pero, quiero verte trabajando en la oficina, mañana! –ordenó Ariadna. –Si, no te preocupes, que mañana estarte en el tribunal, atendiendo todos los casos, Ariadna. –dijo Roberto. –¡Dime, Roberto! –dijo Ariadna, que era una mujer muy bella de la edad de Roberto. –¿Por qué has sentido esa curiosidad de experimentar ser esclavo? –preguntó Ariadna. –Conocí a una Ama Negra muy bella, la conoces es Angela. –dijo Roberto. –Si, ahora mismo vengo de acompañarla al hospital, que ha tenido unos problemas médicos. –dijo Ariadna. –Tranquilo que está bien. –dijo Ariadna. –¿Pero está bien no? –preguntó Roberto. –¡Quizás, me pasé en el sometiéndola, denigrándola hasta que la convertí en una esclava! –dijo Roberto. –Bueno, hiciste un buen trabajo como siempre, Roberto. –dijo Ariadna. –¿Te gustan las chicas negras? –preguntó Ariadna. –Si, bueno, me gustan mucho. –dijo Roberto.

–Pero en referente a lo que me preguntaste. ...