1. Jugando al strip-poker con cuatro sumisos


    Fecha: 02/08/2024, Categorías: Dominación / BDSM Autor: DominAma, Fuente: CuentoRelatos

    ... fijado. Me apetece ver las marcas de tus labios en los condones de mis juguetes”.
    
    Y sin mirarme, te diste la vuelta y saliste de la habitación, rumbo al salón. Yo seguí maquillándome como tantas veces me habías enseñado, pero no soy muy hábil con las manos y la verdad es que parecía una zorra barata más que el putón de lujo en el que te gustaba convertirme. Me eché tu perfume y bajé al salón a tu encuentro.
    
    Al verme llegar silbaste y dijiste:
    
    “Ohhh… menuda zorra estás hecha, cariño. Me encanta que lleves la falda, las medias y los zapatos de tacón, pero mantengas tu torso accesible para mí y para los demás. Seguro que sabremos qué hacer contigo”.
    
    E inmediatamente, sonó el timbre de la puerta. Miré el reloj del salón y comprobé que eran las diez en punto, así que solo podía ser María. Mientras te sentabas en el sofá del salón, me ordenaste abrir la puerta. Nada más abrirla, encontré a María vestida con una falda negra, medias negras de rejilla y unos zapatos de tacón. Nos miramos y nos reímos. Era evidente que tú habías hablado con ella, porque nada más cerrarse la puerta, se quitó la parte de arriba y se puso a mi lado.
    
    Sonreiste y te mordiste el labio. Nos pediste acercarnos a ti cogidos de la mano, y fue lo que hicimos. Al llegar al sofá, nos ordenaste colocarnos a cuatro patas. Sentí como me dilatabas un poco y cómo clavabas un plug en mi culo de zorra. También sentí el momento en el que hacías lo mismo con María, que dejó escapar un suspiro cuando sintió el plug desaparecer en su precioso culo.
    
    “Mucho mejor así, ¿no? Quiero que tengáis el culo listo para quién quiera follaros. Y ahora, venga, poned algo de música y preparadme la cena. Traed también vuestros bol de perro, que vais a comer a mis pies”.
    
    María y yo hicimos lo que ordenaste. Te preparamos la cena, pusimos la mesa y servimos tu comida. Cuando empezaste a comer, nos ordenaste que nos pusiéramos a tus pies. Uno a cada lado, de rodillas. Eso hicimos, pero durante los primeros diez o quince minutos no pasó nada. De pronto sentí que te agachabas hacia el lado donde estaba arrodillada María y, tras beber agua, lo arrojaste en su bol. Después escupiste dentro, y con desdén arrojaste un taco de queso dentro. María se dispuso a beber con las manos al lado del bol, y tú ni siquiera le prestaste atención. Yo te miraba, pero en mi bol de perro no cayó ni agua, ni queso, ni tu saliva, así que me quedé observando cómo María se esforzaba en beber y comer lo que le habías servido para cenar.
    
    Cuando terminaste de cenar acercaste tu pie a mi boca y me miraste. No dijiste una palabra, pero yo, de rodillas aún, comencé a lamer el charol de tu zapato para dejarlo brillante. Lamía el zapato por completo, y después de jugar con mi lengua en el tacón, lo metía en mi boca. Al verlo, me dijiste:
    
    “Vete practicando, mi amor. Hoy te vas a hartar de comer pollas”.
    
    Yo te miré desde mi posición original, y con una mirada provocadora seguí lamiendo tus zapatos sin parar. ...
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