La Herencia (cap.1) - Relatos Eróticos

La Herencia (cap.1)

... le dio otras dos bofetadas y aun se acercó más, dejando sus pies casi pegados a él.

Pablo en un acto reflejo y sin haberlo pensado bajo su cabeza y beso los pies de Sofia, que los llevaba enfundados en un bonito zapato de tacón negro, beso ambos pies y volvió a su posición anterior, Sofia sonrió.

- Es la mano que te castiga lo que debes besar para agradecer, aun no has aprendido esa regla?

El se dio cuenta de que le había podido el deseo y había besado sus pies cuando en realidad debería de haber besado su mano, en ese momento acerco su boca a la mano de Sofia y la beso humildemente con un rostro que suplicaba perdón por su torpeza.

- Voy a darle la documentación de su viaje ahora mismo Doña Sofia, le dijo el para salir de aquel trance.

- No, quiero que respires y acabes de leer la carta y cuando lo hayas hecho vas al salón que allí te estaré esperando.

- Si Doña Sofia, gracias.

Ella se dio media vuelta y salió del dormitorio dejando la puerta abierta.

En ese momento y cuando ella se dio la vuelta Pablo observó el hermoso culo de Sofia, que llevaba una falda recta, ajustada por encima de la rodilla y le marcaba perfectamente todo su culo, se quedó un tanto contrariado Pablo ya que por primera vez había mirado a Sofia como Domina y como mujer muy deseable.

El siguió leyendo la carta, ya casi la había terminado, Cristina le repetía una y otra vez que esperaba que cumpliese sus deseos de que se entregase por completo a su madre, que se lo ordenaba y sobre todo también se reiteraba mucho en que tanto su madre como Pablo se necesitaban los dos, que estaban destinados a encontrarse y a que Sofia domase a Pablo.

Cristina le decía que siempre había deseado que su madre le ayudase en la doma de Pablo, ya que su madre dominaba muchas técnicas de castigo en las que ella no era muy experta, además siempre había pensado y así se lo explicaba a Pablo en la carta, que el nivel de sumisión de Pablo aun estaba por conseguir, que el era mucho mas sumiso de lo que quizás ella, Cristina, podría obtener por sus propias limitaciones, pero que estaba segura que su madre lo llevaría hasta donde ella nunca podría llegar, con estas reflexiones y declarándole lo feliz que la había hecho con su entrega terminaba la carta Cristina.

El doblo la carta y se quedó pensando, entendía perfectamente a su Ama Cristina, pero dar ese paso era algo que a él le producía vértigo, le había costado todo mucho, estaba loco por Cristina pero fue algo que se produjo poco por sus propios miedos a reconocerse como sumiso.

Se quito las pinzas de sus pezones, los acaricio suavemente para mitigar el dolor, se puso en pie y se abrocho la camisa, dejo la carta en su mesa de trabajo y recogió los documentos del viaje de Sofia, pensó que quizás lo mejor era avanzar y no pensar en lo que tanta tristeza le producía.

Llego al salón y allí estaba Sofia, sentada en el sofá y fumando un cigarrillo mientras miraba su móvil, tenía las piernas cruzadas y la falda se le ...