La Herencia (cap.1) - Relatos Eróticos

La Herencia (cap.1)

... había subido hasta la parte superior de su muslo que quedaba al descubierto y se mostraba de manera muy sugerente pues esas piernas terminaban en los zapatos de fino tacón negros que él había besado tan solo hacía unos minutos, por su postura de comodidad en el sofá la camisa rosa de seda que llevaba además de mostrar el generoso escote se le abría por los últimos botones abrochados, la presión de sus pechos hacía que esa abertura también fuera todo un espectáculo, Pablo durante unos instantes se la quedo mirando y descubrió aun muchas más semejanzas con Cristina a nivel físico, eso era algo que a él le podía, aunque otra vez se sorprendió a si mismo mirando a Sofia como Domina deseable y excitante, bajaba la mirada y sus pies lo ponían muy nervioso.

- Perdona Doña Sofia, no quiero molestar, aquí le traigo los documentos que me ha solicitado.

- No molestas Pablo, pasa, acércate que quiero comentarte un par de cosas.

- Gracias Señora Sofia, es usted muy amable.

Pablo avanzo hasta ella y le hizo entrega de una carpeta con todo lo referente a su viaje, ella la cogió, la abrió reviso de manera rápida y la dejo a su lado, a él le hizo una indicación para que se sentase frente a ella, algo que el enseguida hizo, se sentó y bajo su mirada.

- Espero que este todo y que todo sea correcto, no obstante el móvil de Cristina lo llevo yo y será el que use a partir de ahora, así que cambia el nombre en tu contacto y te llamare si necesito cualquier cosa.

- Si Señora Sofia, así lo hare, ha tenido usted una buena idea con usar ese móvil.

- También es más una cuestión practica Pablo, ya que Cristina me dejo toda una relación de teléfonos que pudiera necesitar y bueno, en su móvil ya están grabados, por lo que me resulta más sencillo usarlo, además es un modelo mejor que el que yo tenía.

- Perfecto Doña Sofia.

- Quiero decirte que de la misma manera que para ti todo esto es muy complicado y duro lo es para mí, es obvio que una Domina no acoge a un sumiso en propiedad si este no le llama la atención, si no ha habido antes algo, pero aquí, en este caso la situación es muy distinta y muy especial, solo quería que lo supieras Pablo.

- Gracias Doña Sofia, sus palabras me resultan en este momento muy adecuadas y agradables.

- Dicho esto Pablo, también he de reconocerte que tenerte como antes en tu dormitorio de rodillas ante mí, ver como besabas mis pies como un buen perro sumiso y darte unas hostias, mmmm me ha gustado mucho, me ha encantado.

En ese momento Pablo bajo aún más su cabeza y sin saber que decir se quedó totalmente cortado y su cara roja de vergüenza.

- No tienes por qué decir nada Pablo, lo entiendo, pero hubiese estado bien que tu también fueses sincero y que con franqueza dijeses lo que has sentido.

De nuevo Pablo no tenía palabras, no sabía bien cómo reaccionar, a él también le había encantado besar sus pies y que le diese unas hostias, pero no sabía cómo expresarlo, su cabeza no paraba de darle vueltas y las ...