La Herencia (cap.1) - Relatos Eróticos

La Herencia (cap.1)

... simple hecho de que mi hija me lo pidiera en su lecho de muerte, pero durante todos estos días, con todo lo que ella me ha estado contando, todo lo que he visto, lo que he leído de ella hacia ti y ver vuestra relación ahora sí que tengo deseos propios de someterte, de que seas mío, de adiestrarte y domarte a mi antojo y en absoluto ya lo veo como una obligación, como un deseo de otra persona o como una traición a quien desgraciadamente ya no está, además era su deseo para mí y para ti.

Pablo escuchaba atentamente pero no dejaba de mirar ese pie de Sofia.

- Gracias por sus palabras Señora Sofia, me ayudan mucho aunque no sepa demostrarlo.

- Deseas besarlo y adorarlo?

Pablo en ese instante y al escuchar lo que le decía Sofia aparto la mirada y la dejo fija en el suelo.

- Te he dicho perro estúpido que si deseas besarlo y adorarlo?

Responde cuando te pregunto!, le dijo Sofia en tono más serio.

El de nuevo se puso con la cara congestionada sin saber cómo actuar.

- Si Señora, lo deseo, dijo mirando al suelo y con voz muy bajita.

Ella sonrió y dijo.

- No he oído nada de lo que has murmurado, no estoy acostumbrada a prestar atención a lo mascullado por un sumiso, así que deberás esforzarte más si deseas que escuche la respuesta a lo que te he preguntado.

- Perdóneme Doña Sofia, he dicho que si lo deseo Señora.

- Ponte de rodillas.

Pablo obedeció al instante y se puso de rodillas, ella descruzo su pierna y puso sus dos pies en el suelo a la vista de Pablo, justo frente a él. Hizo unos leves movimientos abriendo sus piernas y dejándole ver sus piernas al completo, sus muslos y también al fondo el poquito de su braga blanca, la imagen era muy morbosa, muy excitante y era como ella quería que fuese, provocando lo que ella quería provocar.

Cuando Sofia comprobó que Pablo como de manera casual la había visto y que el deseo empezaba a invadir su mente, le dijo en tono seco.

- Puedes besarlos sumiso.

El bajo su cabeza y beso aquellos pies, por primera vez se dio cuenta que los deseaba y que se sentía bien haciéndolo, los saboreo y lamio, trataba de meter su lengua entre aquellos dedos aunque era imposible por el cerramiento del calzado, lamia el pie, su piel y también el zapato, el tacón, no quería dejar nada e inconscientemente no quería quedar mal ante ella, quería que ella se sintiese bien y además complacida, por eso ponía mucho empeño en hacerlo como ella deseaba.

- Es suficiente, dijo ella.

No quiero que tomes decisiones basadas en un simple calentón, así que déjalo ya, se que eres un buen sumiso y un excelente lamedor, me lo dijo Cristina y su criterio en estos temas es mas que fiable, se que serás un excelente esclavo pero debes ser tu quien sin presiones o calentones decidas entregarte, porque si lo haces, debe ser una entrega total.

Pablo aun sin moverse del lugar donde estaba la escuchaba y asentía, lo que ella decía estaba cargado de razón y era el quien debía decidir lo que hacer con su vida, ...