1. Fue por mi madre


    Fecha: 27/05/2024, Categorías: Dominación / BDSM Autor: Libre95, Fuente: SexoSinTabues30

    ... se dio cuenta que yo ya no me podría meter más polla, me la sacó y me dijo con voz enroquecida por el deseo:
    
    – Hora es ya que dejes de ser virgen. Tu saliva, en esta polla, se mezclará ahora con tus jugos vaginales y la sangre de tu himen. Te voy a destrozar el coño, te aseguro que realmente vas ahora a dejar de ser virgen, nunca tendrás dudas de ninguna clase.
    
    Y cogiendo una almohada, la puso bajo mi espalda levantando mis caderas y exhibiendo mi coño plenamente. Una vez yo colocada tal y como ella quería, cogió con su mano el glande de la polla, la metió en la entrada de mi coño levantado, acarició mi rostro, sonrió, y se dejó caer con todo su peso. Toda, absolutamente toda esa enorme polla negra, se introdujo en mi hasta entonces, virginal coño.
    
    El dolor fue terrible. Mis labios sangraron porque me clavé los dientes mordiéndomelos para apagar el grito salvaje que salía de mi interior. Jamás había sentido tanto dolor, ni cuando Fernando, hacía ya tres años, me penetró por primera vez en mi estrecho culo. Andrea se quedó quieta, muy consciente de mi dolor y de los pensamientos que se intentaban abrir paso en mi cerebro. No pensé en la brutal dilatación de mis paredes vaginales, de mis músculos que parecían romperse, de mis labios mordidos, de la bestial y gruesa polla que se acaba de alojar tan violentamente en mi coño. Solo pensaba que nunca en mi vida había tenido tanto dolor, ni me había imaginado tenerlo. Y me mareé.
    
    Poco a poco empecé a notar cómo las cálidas y suaves manos de mi amante, acariciaban mi cuerpo. Cómo sus cálidos, suaves y húmedos labios depositaban mil besos por mi rostro, mis pechos, mis pezones. Nuestras caderas estaban quietas. Yo no me movía en absoluto. Mi cuerpo pesaba mil toneladas y se hundía en el colchón. Mi cerebro era una nebulosa de sensaciones contrapuestas.
    
    Lentamente fui volviendo a la realidad, y la realidad es que estaba ensartada por una polla que penetraba hasta el fondo de mi coño hasta entonces inexplorado. Y fui dándome cuenta que mi coño “y alrededores” me dolía intensamente. Mis paredes vaginales estaban terriblemente distendidas, como si miles de caballos tirasen de cada uno de mis múltiples músculos sin parar en ningún instante para arrancármelos. Mi cérvix estaba a punto de penetrar en mi estómago y de repente, oí su ahora dulce voz:
    
    – Lidia, Lidia, ¿ves como ya nunca tendrás dudas de haber dejado de ser virgen en mis manos? En mis manos, en los brazos de tu novia. Sé que te duele, todas las mujeres sabemos que estas penetraciones duelen, esta polla es enormemente gruesa para ti, lo he hecho adrede, pero ahora compensaré ese dolor y te daré placer, mucho placer. Eso es la sumisión, la entrega a los deseos, al dolor, y a los placeres, a través de la obediencia.
    
    Y con extraordinario cariño, mientras sus cálidas y suaves manos no dejaban de acariciarme y sus cálidos y húmedos labios de besarme, la polla de glicerina empezó a moverse dentro de mí. Pero no solo se movía la polla, ...