1. Fue por mi madre


    Fecha: 27/05/2024, Categorías: Dominación / BDSM Autor: Libre95, Fuente: SexoSinTabues30

    ... me llamó la nueva psicóloga del cole. Una mujer, Andrea, de unos 50 años, casi tan alta como yo, fuerte, de voz potente y siempre muy bien arreglada. Solamente había hablado con ella a principios de curso para conocernos, como con las demás alumnas, y ahora me llama nuevamente, cerca ya de las vacaciones de Pascua. Fui a su despacho a la hora prevista y me recibió con una amplia sonrisa, me dijo que me sentase frente a ella. Miró unos instantes su portátil y sonriéndome me dijo:
    
    – Hola Lidia, voy a hablar muy claro contigo, ya que veo con sorpresa que tu madre no ha venido nunca a ninguna reunión programada como tutora tuya, y tampoco la pasada semana que la cité. Sé que tu padre vive lejos de aquí y pasa de ti y tu madre. Pero lo verdaderamente interesante y preocupante para mí, es que tus profesores me están diciendo que te pasa algo importante, que te ven muy deprimida, cada vez más encerrada en ti misma, y que tus notas, aunque están por encima de la media, están empezando a caer ¿puedes explicarme el por qué tu madre no viene nunca y a ti te pasa todo esto? Porque si tú no me das razones convincentes, yo tendré que exponer este problema a la dirección, comunicarlo a la inspección, y estos a los servicios sociales para que te controlen ellos, y entonces sí estarás sola. Dime Lidia ¿qué te pasa? ¿Sufres algún tipo de maltrato?
    
    Cruzó sus manos sobre la mesa sin dejar nunca de sonreírme… y exploté en un intenso y estremecedor lloro. Se levantó asustada, me dio varios pañuelos de papel para enjugarme lágrimas y mocos, me ayudó a levantarme y me acompañó hasta un pequeño sofá donde nos sentamos las dos. Me abrazó acariciándome la espalda y yo seguía llorando. Oí cómo se abría la puerta del despacho y una profesora preguntó si nos podía ayudar, por mi estado y porque era ya hora de terminar las clases. Mi psicóloga, Andrea, le dijo lo que me pasaba y que se quedaba conmigo un poco más, y que le dijese al conserje que cuando saliésemos le buscaría para cerrar el centro. Y así se hizo.
    
    Cuando un rato más tarde me calmé, me ayudó a lavarme la cara, arreglarme un poco la ropa (no usábamos uniforme) y me dijo que, como yo tenía tiempo de sobra para irme a mi casa porque mi madre nunca estaba, si la podía acompañar un rato a su casa, para hablar detenidamente de mis problemas que preveía importantes. Asentí, cogimos su coche y en pocos minutos llegamos a su casa y ella riéndose, me dijo:
    
    – Ya ves cómo es la vida. Siempre voy y vengo de mi casa andando y hoy había cogido el coche para irme de compras, a por unos trapitos, ya sabes ¡cosas de mujeres! Y nos ha venido bien porque así no tienes que ir andando por la calle con esa carita con mocos que tienes esta tarde. Como dirían los antiguos romanos «me debes una».
    
    – ¿Qué es eso de me debes una? -le contesté sorprendida-
    
    – Los romanos elegantes y educados, cuando hacían un favor le decían al favorecido«Do ut des»que significa«te doy para que me des», es decir, lo que ahora decimos eso de ...
«1234...13»