1. Fue por mi madre


    Fecha: 27/05/2024, Categorías: Dominación / BDSM Autor: Libre95, Fuente: SexoSinTabues30

    ... me daba frecuentes besos en mi cabeza, apoyada sobre ella, ni que su mano, una vez subida mi falda, había ascendido y me acariciaba la parte externa de mi teta izquierda.
    
    Solo era consciente de que tal y como le iba hablando, yo me iba relajando y me dejaba hacer todo sin problemas. Y solo fui parcialmente consciente de lo que estaba pasando entre las dos, cuando al terminar mi exposición, exclamé algo así como «¡y eso es todo!» Su brazo me estrechó totalmente sobre ella, sus labios se aplastaron sobre los míos y su mano derecha agarraba y masajeaba con fuerza mi entrepierna por encima de mis bragas.
    
    Esos besos y caricias me hicieron, de repente, tomar conciencia de lo que sexualmente estaba pasando ¡y me dejé hacer! Estaba tan necesitada de cariño, que no me importaba el precio a pagar. En varios años nunca había tenido una hora tan plenamente relajada, tan bien acompañada, abrazada, invitada, en una casa sin gritos, con alguien que me escuchase con interés, fumando, bebiendo… ¡qué me importaba lo que quisiese hacer conmigo! Al fin y al cabo, Andrea nunca me dejaría preñada y yo necesitaba cariño.
    
    Me dejé hacer, pero me quedé pasiva. Me dejaba besar, tocar y acariciar, pero no participaba en ese juego. No sabía qué podría pasar y yo, a pesar de mi edad, era mucho más adulta de esos años oficiales de mi vida. La vida me quitó los años jóvenes y me hizo mayor. Pero ahora Andrea, parecía querer hacerme adulta, lesbiana ¿y por qué no?
    
    Ella se lo estaba tomando muy en serio. Sus pechos subían y bajaban cada vez a mayor ritmo. Su respiración era muy agitada, sus besos cada vez más intensos y su lengua penetraba ya en mi boca sin problemas. Su mano estaba jugando directamente con mi vagina y sus dedos intentaban coger mi clítoris poniéndome muy cerca del orgasmo. Y de repente, se levantó tan rápida que su codo me dio un fuerte golpe en mi cabeza y salió corriendo del salón. Yo, como estaba apoyada sobre ella caí sobre el sofá e intentaba pensar qué podía haber hecho yo. Qué podría haberle pasado. Y de repente se me encendió una lucecita ¡Andrea se había excitado tanto conmigo, que se había corrido brutalmente! Y yo ni me enteré.
    
    Me incorporé en el sofá y me miré a mí misma. La falda la tenía en mis caderas, mis bragas estaban lo suficientemente bajadas para verme todo mi coño peludo, la parte izquierda de mi sujetador estaba desplazada y mi teta casi salida y en esa parte, mi blusa estaba arrugada, señal que alguien la había estado «arrugando» con caricias. Y en mi cabeza había un torbellino de sensaciones. Mi cerebro notaba aún el placer de los besos de Andrea, tanto en los labios, como en la frente y la cabeza…. y su mano en mi coño.
    
    ¡Mi coño! El pobre estaba lleno de millones de hormigas, inequívoca señal de que, no solo había estado yo excitada, sino casi a punto de correrme. Y lo más importante de todo, en muchos años no había estado tan relajada, ni me había sentido tan feliz, como ese rato en los brazos de mi psicóloga escolar. ...
«1...345...13»