Camino hacia zoodoma. Capítulo III - Relatos Eróticos

Camino hacia zoodoma. Capítulo III

... limitaba a la masturbación. Busqué un nuevo video y volví a deleitarme con mis manos e imaginación.

Por mucho tiempo aquello se convirtió en mi ritual especial. Cada noche buscaba un video de zoofilia, para poder masturbarme imaginando que era follada por un perro. Al principio me limitaba a fantasear con Tarzan, pero con el tiempo comencé a imaginarme junto con otros perros de la colonia. Desde aquellos de raza que tenían algunos vecinos, hasta los callejeros que deambulaban libres por la zona. Todos y cada uno de ellos desfilaron como mis amantes dentro de mi mente. Incluso Solovino, el legendario perro que inició mi curiosidad, estuvo contemplado entre los dichosos a los que les dediqué una paja. Pasé varias semanas disfrutando del mundo de las fantasías bestiales, hasta que un día sucedió algo que me hizo avanzar al siguiente escalón.

Llevaba apenas unos cuantos días trabajando por las tardes, acoplándome a las exigencias de ese turno cuando llegó el día de la boda de mi prima Fátima. Nos habían invitado desde un año antes, así que era un evento que esperábamos con bastante alegría. Aprovechando que ahora tenía más dinero, compre ropa y zapatos para mi mamá y mi hermana, y también contraté a Aurora, la amiga de Miriam de la estética que era mi supuesta jefa para que nos peinara a las tres. El último toque fue el maquillaje que apliqué a ambas, dejándolas como personas nuevas. Mamá siempre ha sido una mujer muy guapa, es gracias a ella que mi hermana y yo tenemos una genética privilegiada. Es muy parecida a mi, alta, con una complexión un poco mas rellena, pero sin llegar a la gordura. Sus pechos son gigantescos comparados con los míos, fruto de dos embarazos. Sin embargo todo aquello la hace ver mas exuberante, sobre todo con aquel traje sastre de pantalón y saco que llevaba y la hacía parecer toda una ejecutiva de experiencia. Su cara con algunas arrugas causadas por los años de trabajo y la falta de cuidado, aun esconden debajo un rostro grácil y delicado, con la sonrisa mas bella que haya visto en la vida.

Mi hermana aun siendo pequeña gozaba de la misma situación por la que yo pasé a su edad. Nuestros cuerpos se desarrollaron de forma precoz, haciendo que desde los once nuestras caderas y pechos comenzaran a crecer. Verla así, llevando un vestido entallado color vino, me hacía dar cuenta de que ya no era una niña. Delgada y larguirucha, con unos pechos y nalgas que resaltaban por el contraste con su demás cuerpo. Sin embargo era muy guapa, incluso más que yo. No tengo reparo en admitirlo, al contrario, me llena de orgullo ser hermana de una mujer tan hermosa como ella. En cuanto a mi decidí llevar ese día un vestido corto color negro, entallado como el de mi hermana, pero que dejaba mas piel a la vista. No sólo mostraba mas pierna que ella, sino que contaba con un escote mas pronunciado. Me fascinaba como me veía con el. Sexy, provocativa, casi como si fuera un conjunto que usaría en el spa para atraer a un cliente para que me ...