1. Camino hacia zoodoma. Capítulo III


    Fecha: 15/09/2019, Categorías: Zoofilia Autor: Nikki, Fuente: TodoRelatos

    ... puesto está apartado para los vainillas. Sin embargo entiendo por que lo dicen, romantiza la profesión y da esa sensación de vulnerabilidad de los clientes. Los que si escaseaban eran los “complacientes”, clientes que su diversión era hacer que la chica se corriera. Tan inusuales como los unicornios, sobre todo hablando de los que hacían bien su faena. Incluso tomando en cuenta que me excitaba el prostituirme, eso no evitó que en mas de una ocasión fingiera el orgasmo en manos de un tipo sin habilidad ni experticia.
    
    Algo que también aprendí en mis comienzos fueron la extensa variedad de fetiches que tienen los hombres. Desde algo tan simple como centrarse en una parte de tu cuerpo, hasta los mas extremos que tienen un asqueroso interés en interactuar con tus fluidos corporales o los suyos. Conforme aprendía mas sobre lluvias doradas o besos negros empezaba a tener menos aversión a ciertas actividades que en un principio consideraba desagradables. El primer paradigma que rompí fue el del sexo anal. Hasta ahora no tengo problemas en recibir por el culo, sin embargo debo admitir que nunca ha sido mi actividad sexual favorita. El hacerlo bien conlleva preparación, además de que nunca está exento de algún accidente sucio. No importa que tan bien limpies tu estómago antes de hacerlo, la verdad es que a diferencia del porno (salvo bueno, ya saben que géneros), el riesgo de que sueltes la lenteja a medio polvo está allí. En cuanto a la sensación que da ser enculada, la verdad es que cuando logras dilatar tu ano lo necesario pasa de ser doloroso a sentirse bien. No soy la clase de puta que se corre por el culo, pero si que puedo llegar al clímax jugando con mi clítoris sin que la enculada lo impida.
    
    El hablar con Miriam fue lo que me iluminó sobre la cotidianidad de los servicios extras, ya que su secreto era ese. Tenía una mente tan abierta a casi cualquier propuesta que rápidamente ganó fama entre los hombres que la frecuentaban. No era importante para ella que hubiera menos visitantes por las mañanas, ya que daba igual si esos te buscaban directamente. Y sobre todo no importaba porque les exprimía hasta el último centavo que podía. Aquello se había convertido en una rutina para ella; por las mañanas era la puta que decía si a todo, y por las tardes era la madre que pasaba el tiempo cuidando a su hijo. Y no le avergonzaba en lo más mínimo admitirlo. Disfrutaba lo que hacía, y sobre todo disfrutaba el ritmo de vida que le permitía el ganar tanto dinero sin invertir mucho tiempo. Su ayuda fue invaluable, no sólo con el trabajo, sino también a nivel personal. Ella me facilitó la coartada perfecta para que no supiera mi familia sobre mi nuevo empleo. Una mujer que antes había trabajado en el spa era su gran amiga, y había dejado el negocio para casarse y dedicarse a ser estilista. Mis conocidos creían que trabajaba allí, aplicando mis conocimientos en cosméticos y aprendiendo sobre cortes de cabello, y la chica me cubriría si alguien iba a buscarme. ...
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