Camino hacia zoodoma. Capítulo III - Relatos Eróticos

Camino hacia zoodoma. Capítulo III

... Diría que salí a algún pendiente y me llamaría para que fuera al lugar. Todo aquello liberaba una gran carga sobre mi, y aunque aún me sentía fatal por mentir, era un alivio saber que alguien cubría mi espalda.

En mi vida cotidiana todo fue a mejor desde el principio. Ganaba bien y compraba las cosas que nunca había podido. Y aunque era bastante discreta evitando llamar la atención con mis gastos, el poder darme hasta el lujo mas pequeño era un deleite para mi. Celular nuevo, ropa, maquillaje, zapatos. Y por primera vez en mi vida tenía internet y computadora en casa. Mamá creía que era para mi preparación preuniversitaria, pero en realidad era menos estudio escolar, y mas estudio sexual. Como primer consejo Miriam me recomendó ver algunas películas porno; familiarizarme en como se desenvolvían las actrices en cámara para intentar replicarlo, y también para aprender mas sobre fetiches y diferentes actos sexuales. Era algo nuevo para mi. Había visto un par de minutos antes con mi novio, pero le había dicho que quitara esa basura antes siquiera de que los protagonistas se tocaran. Era curioso como había pasado en menos de un año de sentir aversión sobre esas películas, a tener un genuino interés sobre lo que en ellas pasaba.

Las veces que buscaba ese tipo de cine era a solas en mi recámara. Dejaba que pasara la media noche para asegurarme de que mi hermana y mi mamá estuvieran dormidas, y en cuanto no había riesgo comenzaba a navegar entre diferentes páginas porno en búsqueda del valioso conocimiento. Todo aquello era fascinante: mujeres hermosas de todas las complexiones guiadas por la sensualidad, la perversión y la lujuria. No puedo negar que era divertido, excitante. Me declaro abiertamente una admiradora del buen cine porno. Me fascina cuando en una película se esmeran en proyectar la belleza y elegancia femenina. No soy lesbiana, sin embargo se disfrutar de la imagen de una mujer hermosa, incluida yo misma claro. Pero lo que más me gusta es el contraste de esa belleza cuando su pareja sexual es todo lo contrario. Una hermosa jovencita con un viejo decrépito, o una escultural mujer junto a un feo obeso, son para mi el pináculo de la pornografía. Al principio no era consciente de ello, pero con el tiempo me di cuenta de la cantidad de morbo y placer que me generaban ese tipo de escenas.

El tener internet en casa también sirvió para recobrar mi interés hacia la zoofilia. No tardé mucho en recordar lo que había vivido en mis épocas de secundaria, y las fotografías de aquella revista no hacían mas que regresar a mi mente alimentando mi curiosidad. Y cuando tuve acceso por primera vez a un video de esta índole, fue como abrir una puerta derribándola para que nunca volviera a estar cerrada. Al principio no admitía que aquello me gustaba, sin embargo conforme veía a mas mujeres cogiendo con perros, mas fuerte se hacía el cosquilleo en mi entrepierna. Una noche mientras veía un video en el que una mujer con antifaz era follada sobre su cama ...