1. Camino hacia zoodoma. Capítulo III


    Fecha: 15/09/2019, Categorías: Zoofilia Autor: Nikki, Fuente: TodoRelatos

    Trabajar por las mañanas en el spa era exactamente como me había dicho Anabel; tranquilo pero con la afluencia suficiente para dejar buen dinero. Sin embargo conforme pasaban los días empezaba a querer ganar más, y por ende quería estar en el turno de la tarde. En aquel horario lo mas que veía eran dos o tres clientes por día, y con ocasiones en que no atendía a ninguno. Por semana mis servicios sumaban unos diez a doce, y aunque con eso ganaba mas de lo que había ganado nunca, me constaba que era una miseria comparado con lo que ganaban mis otras compañeras. Y la evidencia la veía cada día con el trabajo de Miriam. Aquella mujer llevaba tanto tiempo en ese turno que había forjado una fuerte fidelidad con sus clientes. La gran mayoría de los que visitaban el lugar era para estar con ella, y solo los esporádicos nuevos visitantes eran los que contrataban mis servicios.
    
    Y aquello no era ningún reclamo hacia Miriam. Como dije antes no estaba ganando mal dinero, era solo que mi ambición y codicia aumentaban cada vez más y más. Me enfoqué en aprender y ganar memoria muscular para poder desenvolverme con libertad cuando estuviera en un ambiente mas demandante. Los muchos o pocos clientes que atendí en los casi dos meses que pasé antes de cambiar de turno fueron la escuela para aprender del negocio, seguidos de los consejos de Miriam que no tenía reparos en compartir su experiencia de manera explícita y sin censura.
    
    La mayoría de clientes eran a los que mis compañeras y yo apodábamos “vainillas”; tipos simples de atender que normalmente pagaban por media hora y que solo se centraban en sexo oral o vaginal hasta correrse. Los había mas suaves o fuertes, o sea con diferentes niveles de tosquedad, pero al final solo se centraban en follar de manera monótona. De ahí seguían los “pornográficos”. Menos comunes pero asiduos que trataban de recrear una escena porno en la vida real. Irónicamente aunque eran tíos que querían salir de la rutina, la verdad es que eran bastante previsibles. Ya sabes, comienzan con una mamada, de ahí dos o tres posiciones, para finalizar corriéndose en tu cara o boca. La ventaja es que toda esa planeación hacía que la mayoría de veces les tomara mas de una hora replicar su fantasía, lo que siempre significaba dinero extra. No hay que confundir a estos con los “cinematográficos”, ya que los segundos se trataban de los imbéciles que querían filmarte mientras te follan. Por mi parte nunca cedí a una de estas invitaciones por miedo a que la grabación terminara en manos de un conocido, sin embargo se que algunas compañeras cobraban buen dinero por hacerlo, pero casi siempre esos videos terminaban siendo publicados en alguna página porno.
    
    Otros algo recurrentes eran los de “psicoterapia”. Esos de los que escuchas hablar en los documentales de sexoservidoras, el tipo que va mas por la necesidad de desahogarse hablando que por el interés de tener sexo. Contrario a lo que dicen en esas películas no son lo común, como dije antes ese ...
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