1. Camino hacia zoodoma. Capítulo III


    Fecha: 15/09/2019, Categorías: Zoofilia Autor: Nikki, Fuente: TodoRelatos

    ... Tarzan se divertía chupando mi sexo por dentro y afuera, hasta que pasó a prestar atención a mi ano. Aquello era igual de delicioso. Su áspera lengua bañaba de saliva cada uno de sus pliegues, haciendo que en cada pasada un dejo de placer inflamara mi vulva.
    
    — Tarzan ya limpiaste bien mis huecos, y están listos para ti. Por favor cógeme de una vez— imploré a mi bestial compañero, deseosa de ser penetrada.
    
    El perro saltó entre gemidos, rasguñando mis nalgas en sus intentos para montarme. Al verlo bajé mi cabeza hasta el piso y abrí mis piernas lo mas posible para hacer que mi pelvis descendiera algunos centímetros. Tarzan era un perro pequeño, un pelín más grande que un schnauzer miniatura. Por esa razón le era complicado follarme en cuatro patas. Pero yo quería que el me montara. Aquella posición de sumisión absoluta siempre a sido para mi la forma natural en la que una debe dejarse follar por un amante canino. El coito a tergo hace que estés a su nivel, dejándote a su completa disposición. Y yo quería sentir como me poseía, como me hacía suya a la par de cualquier perra callejera que el había follado. Y en el momento en el que mi estómago casi tocaba el suelo, por fin Tarzan logró atrapar mi cintura entre sus patas sin que resbalara tras hacerlo.
    
    Empecé a sentir como arremetía contra mi empujando su cadera. Su falo picoteaba mi vulva buscando atinar al orificio que le daría entrada. Pero por mas que lo intentaba mi pequeñín no daba en el blanco, haciendo que bajara de mis caderas para volver a olisquear y lamerme. Yo necesitaba aquella verga mas que nunca, sobre todo ahora que podía verla por completo. El miembro de Tarzan colgaba a la altura de su barriga, exaltando mis ansias zoofílicas. Volví a besarlo mientras lo acariciaba, implorando que por favor terminara con el trabajo. Cuando vi que volvía a brincar con ánimos de montarme, regresé a mi posición en cuatro patas. Abrazó mi cintura nuevamente, para continuar embistiéndome con su jugosa verga. Pero esa vez pasé mi brazo entre mis piernas, buscando ayudar con mi mano a que aquel amiguito encontrara su camino. Tomé su pene, y lo dirigí directo hacia mi vagina. Cuando mi perro sintió que su verga por fin había conseguido entrar en un hueco, dio un empellón profundo que hizo que llegara hasta el fondo.
    
    La verga de Tarzan estaba dentro de mi, y aquel animal había acelerado el ritmo de sus embestidas de manera frenética. Su pene se deslizaba dentro de mi a una velocidad descomunal, picoteando mis paredes vaginales sin reparo. Mi fantasía se había vuelto realidad, y el haberlo logrado tenía tanta carga sexual que llegué al orgasmo al instante. Grité de placer, ahogando el sonido de mi voz con la música que cubría la sala. Mi vagina se contraía apretando la verga de Tarzan al ritmo de mis espasmos, y el seguía empujándola dentro de mi como si quisiera abrirse paso hasta mi útero. Un líquido comenzó a chorrear de mi vagina pringando con sus gotas los azulejos del piso. Era el semen de ...