Vacaciones para cuatro 14 - Relatos Eróticos

Vacaciones para cuatro 14

... Esta vez no cerré los ojos, me acerqué a su sexo y probé el sabor de su excitación. A los pocos segundos de tener mi lengua en su rajita rosada, volvió a separarse y dejarme dando lamidas al aire.

- Vamos, vaquita. Ven y come.

Volví a andar a cuatro patas en busca de su coñito rubio. Y en cuanto volvía a saborear sus flujos, ella daba un paso atrás. Entre humillaciones de ella y vítores del público, fui recorriendo a gatas aquella jaula, lamiendo el chocho a la maldita camarera.

En mi cunnilingus de persecución, pude ver por unos segundos a Paula siendo follada por el sumiso con su pollita de goma. Las embestidas de él eran tan brutales, que incluso con tan miserable herramienta conseguía hacer gemir a mi amiga. Volví a envidiar a mí sumisa, ojalá yo pudiera ser follada por ese hombre. O por cualquiera. Ojalá mi coño pudiera ser penetrado, frotado, acariciado… maldito cinturón.

Cuando Irene se cansó de hacer que persiga su coño, me llevo a una de las paredes de la jaula. Pasó mi correa por el barrote, como un perro en la puerta de una tienda esperando a su dueña.

- Ahora me vas a comer el coño delante de tu novio vainilla y tu Amo. ¿Sabes qué? Creo que a tu novio le gusto. Le he tocado la polla y la tenía dura. Cuando termine contigo le daré mi número, quizás acabe siendo mi sumiso también. – me dijo al oído, sin que el público pudiera escucharlo.

¡Cómo odiaba a esa cerda! Sabía que era imposible, mi novio no me cambiaria por una cualquiera como ella. Pero no dejaba de ser cierto, iba a comerle el coño delante de él… Se separó un poco de mí y volvió a masturbarse en mi cara, mostrándome lo que ella podía y yo no.

- Vamos zorra. Lame como la perra que eres. Me quiero correr en tu cara. – dijo, esta vez bien alto, mirando a la mesa de mi novio.

Intentando obedecer tensé al máximo la cadena atada a mí collar. Ella se acercó lo justo a mí, para que yo pudiera lamer a duras penas. Sentía como me ahorcaba yo misma intentando alcanzar su coño. Ese chochito jugoso por el que me estaba ahogando por saborear. La muy puta me estaba poniendo cachonda. Sentir esa presión en mi cuello me excitaba muchísimo, tanto como para desear que se corriese en mi cara roja y descompuesta. Cuando pensé que lo conseguiría, que acabaría explotando en mi boca, se dio la vuelta.

- Cómeme el culo, vaquita.

Miré a la mesa de los chicos. Tanto Jorge cómo Carlos no quitaban ojo del espectáculo. No sabía si mi novio me estaría mirando más a mí o a Paula. Pero me pareció que su mirada estaba clavada en el culo de la rubia. Una mezcla de celos y excitación me recorrió. Odiaba a esa mujer. Y no podía con la idea de que a mí novio le pudiera gustar ese culo. Pero me sentía tan inferior siendo humillada delante de él… Notaba el metal que cubría mi coño encharcado. ¿Como me podía gustar tanto algo que detestaba? Pero ya solo podía dejarme llevar. Complacer a mí Amo y disfrutar de ver a mi novio cachondo por verme comer el culo a otra mujer, sin saber que era ...