Pagando favores con mi cuerpo (5ª parte) - Relatos Eróticos

Pagando favores con mi cuerpo (5ª parte)

... Kalia, lo de Gene lo tenía olvidado como un recuerdo reprimido. Pero me sirve. Entonces caigo en una cosa.

—¡GENE! ¡Le dije que hoy iría a verla!

—Oh… Bueno, no te preocupes. Le podemos enviar otra carta para decirle que irás otro día.

—Gahan, creo que necesito ir a verla hoy, por favor.

—No creo que estés en posición de pedir, cariño, ese no era nuestro trato. Pero seré magnánimo y te dejaré explicarme por qué.

Parece que el límite la bondad de Gahan está en algún punto entre contar una noche por dos y posponer dejarle el cuerpo.

—Oye, aún no es de noche. Déjame ir, hablo con ella y vuelvo.

—No. Primero dime por qué esa señorita es más importante que pagar tu deuda.

—Porque… es la primera persona con quien… me siento cómodo hablando. No te ofendas.

—No me ofendo, lo nuestro son negocios. Más bien me entristece. O estás siendo excesivamente dramático o tu vida es muy triste.

—Mi vida es muy triste, Gahan, te lo prometo. Cada día más penoso que el anterior hasta que conocí a Gene. Ella es muy interesante, me habla de cosas que me gusta y le puedo explicar lo que me gusta a mi y de lo que no puedo hablar con nadie más porque al resto de mis amigos les hace bostezar. Y me acosté con ella y fue genial, nunca antes había hecho gemir a nadie así ni me lo había pasado tan bien. Fue mejor que cuando perdí la virginidad.

—Primero, te recuerdo que hiciste gemir a una moza en «El Trago Dorado».

—¡No cuenta! ¡Ni le vi la cara!

—Ni falta que hacía. Segundo, que algo sea mejor que perder la virginidad no es un mérito, el listón está bajo. Perder la virginidad implica que no tienes ni idea de cómo funciona nada.

—¿También fue mal cuando tú la perdiste?

—Claro que no, pero porque yo soy fenomenal.

—Vale, tú eres un fenómeno, yo también, pero en el mal sentido, y Gene es lo que me hace feliz. Es importante.

—A ver, muchacho, hablas como si tuvieras un gran plan para hoy cuando lo has recordado hace menos de un minuto. Dime, ¿Qué ibais a hacer hoy?

—Pues… hablar.

—Oh, grandioso. ¿Ibas a hablar con ella? Vaya, no sé si mi plan puede competir contra eso. El listón está muy alto. ¿Qué podría haber preparado yo que pudiera competir con hablar con una persona?

—Vale, no es un gran plan, ¡pero es importante para mí!

—Alden, cariño, voy a ser paciente y te voy a explicar cual es mi plan la mayoría de los días. Soy incorpóreo y si alguien me ve por la calle es probable que la guardia le prenda fuego a mi casa y un clérigo me envíe definitivamente al más allá. Tengo algunos amigos, pero tienen vida propia y tampoco hay mucho que hacer aquí, de forma que tengo suerte si tengo compañía uno o dos días a la semana. Por lo que casi todos mis días consisten en ser invisible y pasearme cerca de esta casa para ver a los pájaros volar y cotillear conversaciones por la calle. En silencio.

Si tuviera que pasar tanto tiempo no haciendo nada más que escuchar cotilleos y mirar pájaros, enloquecería. Necesito poder leer ...