1. Final de suprema sumisión


    Fecha: 11/02/2024, Categorías: Dominación / BDSM Autor: Anejo, Fuente: TodoRelatos

    ... parecían preocupadas por sus derechos políticos. Eran ricas herederas, casadas con hombres ricos también que hacían vida independiente y disoluta, igual que sus esposas.
    
    Blancas, rubias y rollizas, las dos mujeres se paseaban desnudas por la celda acariciándose, besándose y bebiendo champán francés mientras azotaban e insultaban a Ricardo, que estaba, como podéis imaginar, en la gloria.
    
    La más joven, aficionada a los deportes al parecer, había traído el bate de beisbol con la intención de emplearlo en el sumiso de turno. Hacía unos instantes que habían embadurnado el ojete del maestro con una loción muy untosa y en ese momento la sport-women se aplicaba a remover el mango del bastón en el agujerito de salida, convertido ahora en orificio de entrada. Mientras tanto, la otra disfrutaba de la comida de vagina que Ricardo le dispensaba. Se había convertido en un maestro en el arte del cunnilingus. Tenía facilidad, pues hay que recordar que Ricardo era profesor de lengua. Su paciente era algo entrada en carnes y los muslos le agobiaban un poco cuando ella los cerraba. Para más comodidad, la señora apoyaba las plantas de sus pies en los hombros del caballero y estiraba con fuerza de sus cabellos para incitarlo a profundizar más en su chorreante coñito.
    
    De esta manera estaban las cosas, cuando sonó la primera detonación y el bate cayó al suelo al soltarlo la bateadora, que lanzó un grito de espanto.
    
    El disparo salió del revólver que Susan esgrimía en la mano izquierda. ¿Qué había ocurrido? Esther no estaba tan asustada como aparentaba; sólo esperaba la oportunidad de aprovechar sus recién adquiridas habilidades motoras. Cuando intuyó que Susan se disponía a abrir fuego sobre sus indefensas amigas, Esther tensó sus piernas en un esfuerzo enorme. El movimiento no fue muy coordinado, pero sirvió para empujar el brazo con su hombro y desviar el tiro. Susan retrocedió volviendo a apuntar. Ahora la cabeza de Esther quedaba a dos palmos del colt que la encañonaba. La malvada mujer pudo completar en cinco segundos su maniobra; A Samantha le sobraron dos para caer al suelo y levantar su revólver apuntándole al pecho. Pero no llegó a disparar. Tres tiros sonaron seguidos y Susan se contorsionó soltando sus armas y salpicando sangre por el cuello y la boca. Rosita bajó el humeante revólver de Megan, que había quedado a su alcance cuando, unos instantes antes, habían tenido que deponer las armas.
    
    - ¡Muy bien, Rosita! - la felicitó Joaquina.
    
    - Ahora sí que hemos de correr - anunció Sam - estos tiros atraerán a toda la banda.
    
    - Eso espero - escupió rabiosa Rosita - Que vengan todos, con Rutherford a la cabeza. No voy a dejar uno con vida.
    
    - ¡Rosita! - se enfureció Samantha - Yo soy la jefa de este grupo. Nuestra misión es ahora sacaros con vida de aquí a todas. Harás lo que yo mande ¿entendido?
    
    Rosita calló, aunque no se supo si otorgó.
    
    En dos minutos llegaron al hall, cruzándose con una muchedumbre de huéspedes, sirvientes, muchachas ...
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