1. Final de suprema sumisión


    Fecha: 11/02/2024, Categorías: Dominación / BDSM Autor: Anejo, Fuente: TodoRelatos

    (Por favor, leed al menos el final de mi último relato)
    
    Por su parte, Ricardo se había vestido con su reglamentario batín y había accedido a una sala donde tres distinguidas matronas, vestidas de igual guisa que él, almorzaban conversando distendidamente. Había dispuestas, junto a la mesa del desayuno, dos barras separadas entre sí un metro y perfectamente verticales las dos al suelo y, por tanto, horizontales la una a la otra.
    
    Una de las damas miró con indiferencia al recién llegado. Una segunda tomó de la mesa un rollo de cuerda y se acercó a Ricardo, indicándole en un afectado inglés que acercara muñecas y tobillos a las barras.
    
    Con gran pericia, la buena mujer anudó las extremidades a los barrotes, dejando al maestro formando una "X".
    
    Sólo entonces, la tercera, la más joven y agraciada del trío, se acercó arrastrando su silla hasta situarse delante de Ricardo. Al desanudarle el albornoz, la larga y delgada verga asomó ya medio erecta, dando graciosas sacudidas.
    
    Ricardo había desayunado, como cada día, un batido color grosella muy dulce. Aquel brebaje tenía la virtud, por decirlo así, de poner burro al que la ingería, lo cual no era precisamente un estímulo para comportarse virtuosamente. Además, la bebida prolongaba desmesuradamente la erección, en el espacio y en el tiempo. Así, la polla del afectado crecía un tercio más de lo esperado y su orgasmo se difería al triple de duración que en condiciones normales.
    
    Esto hubiera sido un inconveniente intolerable en cualquier otro, ya que el priapismo es en sí mismo un doloroso episodio. Pero el masoquismo natural de Ricardo convertía en placer añadido aquella molestia.
    
    La damisela tomó con parsimonia un pequeño cuchillo de fruta, lo untó con mermelada y aplicó una gruesa capa sobre el pene de Ricardo, sin descuidarse de cubrir el capullo en toda su superficie, e incluso, de embadurnar generosamente los huevos del caballero usando ahora las manos. Ricardo observó embelesado cómo la chica se chupaba los dedos, para proceder luego igual con sus huevos, su polla y el glande que la coronaba. Se aplicaba con gran fruición y evidente excitación a tomar su desayuno de tan bizarra manera. Pronto sintió necesidad de frotar su vagina y alrededores con sus dulces dedos y Ricardo comprendió que pronto tendría que limpiar con su lengua la almibarada entrepierna de la joven aristócrata.
    
    Pero un furioso palmetazo en sus nalgas le hizo volver a la realidad. Las otras dos señoras se habían adueñado de su culo, levantando discretamente la faldilla del albornoz. De reojo vio a la más gordita empuñando una palmeta de madera y del otro reojo a la delgaducha, con una gruesa cuerda, que pronto se estrelló en su indefenso trasero.
    
    Por más de quince minutos las tres señoras disfrutaron azotando, chupando y, a ratos, insultando en un inglés singularmente sucio a Ricardo. Ver cómo los azotes provocaban un aumento de la erección del maestro, las volvía locas de lujuria. Las tres insistieron en untar ...
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