El verano está para quemarse - Relatos Eróticos

El verano está para quemarse

... la humedad de sus labios a los de Rocío. Álvaro las observaba con excitación, las manos de los tres iban recorriendo cinturas ajenas, brazos, manos, nalgas. Lucía se separó de Rocío y miró a su marido y de nuevo a ésta, deslizó sus manos por sus nucas y les invitó a besarse frente a ella. Y lo hicieron, se besaron, poco a poco aumentando la pasión de sus labios, para después volver a besarse entre ellas y entre la pareja. Cuando estos se besaban, Rocío se puso detrás de Lucía y le quitó el top, fue detrás de Mario y le quitó la camisa, desabrochando lentamente sus botones y pegando su cuerpo al de Álvaro. Después, se puso de espaldas a los dos y levantó los brazos reclamando su turno. Lucía se acercó, deslizó su cremallera y dejó caer el vestido al suelo.

La prenda era obligatoria - dijo sin volverse y comenzando sus pasos hacia la salida.

— En el salón

Alberto también volvía con el torso desnudo, aunque se hubiera tenido que desvestir él mismo. Álvaro, también sin camisa, volvía con la respiración agitada y manchas de carmín en dos colores sobre sus labios. Lucía, con el bonito sujetador fucsia de encaje luciendo unos pechos increíbles. Y Rocío, con la boca entreabierta de placer mostrando al completo su escueta lencería blanca.

Todos se miraban entre sí, se sonreían, pero ya no querían hablar, no tenían nada que decir, solo querían seguir el camino y ver el destino final.

Nueva ronda, nuevos números. Cinco minutos más. Una prenda menos.

— Habitación principal

Al llegar, Lucía no pudo evitar sentir un escalofrío desconocido en su cuerpo tras abrir la puerta y ver que era Alberto quien la esperaba. Durante un minuto esperaron sin hablar para saber si faltaba alguien por llegar, pero ambos se miraban fijamente. Primero se acariciaron sin dejar de mirarse, después se dieron un primer beso en la mejilla y con el tiempo casi agotado, se besaron, se conocieron por primera vez. Para ambos suponía superar un límite inimaginable para ellos, pero era el deseo el que mandaba, incontenible, latente, un beso que cada vez fue más apasionado hasta parar y cumplir las últimas de las órdenes.

Alberto comenzó a quitarse el cinturón pero las manos de Lucía lo impidieron, quería ser ella quien le quitara la prenda. Él levantó los brazos y se dejó hacer, viendo cómo ella retiraba su cinturón y desprendía con lentitud su botón, deslizando la cremallera con la punta de sus dedos, sin llegar a tocarle, pero notando la dureza que ya tenía el bulto de Alberto. Después fue su turno, y su acompañante deslizó la cremallera de su falda para dejarla caer sobre el suelo. Ambos solo ya con su ropa interior, se volvieron a besar tímidamente y salieron.

— Habitación de invitados

Rocío se mordió el labio con fuerza nada más ver quién le esperaba.

Joder cómo me estás poniendo Rocío - le dijo Álvaro para recibirla y cogerla por la cintura para apoyarla con decisión contra la pared y comenzar a besarla con vehemencia.

Hoy me vas a follar hasta que ...