Juegos prohibidos (Capítulo 3) - Relatos Eróticos

Juegos prohibidos (Capítulo 3)

... observé que Blanca le hizo un buen repaso a su culo y luego él se volvió sonriente, mirándonos a las dos.

- Blanca, mejor vamos a la terraza y nos sentamos allí. Hace una noche genial. - dije invitándola a que me acompañara

Curiosamente ella me dio la mano, con una cordialidad extrema, entrecruzando sus dedos con los míos. Al sentirla me hizo volver a notar un estremecimiento por todo mi cuerpo.

Una vez en la terraza, le indiqué su sitio, colocándome enfrente de ella, para que Dani quedara en medio de las dos. Desde mi posición podía ver el increíble escote que mostraba ella, en el que parecía que uno de sus pechos iba a salirse de ese leve soporte y lo atrevido que era, llegando tan abajo. Nos miramos durante unos segundos y ambas nos sonreímos. Se palpaba la tensión sexual entre ambas, no hacía falta explicarlo.

- Vaya Silvia, creía que no me llamarías para cenar con vosotros. Me quedé sorprendida. - dijo de pronto ella.

- ¿Por qué lo dices?

- No sé, por lo de tu chico y yo... Ya sabes, estuvimos liados y a muchas no les sienta bien eso.

- Bueno, Blanca, no soy celosa.

- Ya. Es bueno saberlo, además aquello forma parte del pasado.

- Claro, a Dani tampoco le preocupa que yo antes estuviera con otros chicos.

- Bueno, pero a ellos no los habéis invitado a cenar. - dijo mordiéndose ligeramente el labio y luego sonriendo ampliamente.

Ese rostro, esa forma descarada de hablar o de mirarme y lo de su pasado, era toda una bomba en mi interior, eso por no hablar de lo que había ocurrido en su consulta.

- En todo caso, Silvia, gracias por invitarme. - dijo posando su mano sobre la mía.

- Es un placer.

- ¿Sabes? Te envidio y me alegra mucho verte con Dani. Eres una mujer afortunada...

- Gracias.

- Ese hombre lo tiene todo, no lo pierdas... y sobre todo lo que tiene entre las piernas.

Ambas reímos por eso y volví a pensar que ella había tenido la suerte de probar la enorme polla de Dani antes que yo y en el fondo, no sé por qué, pero me apetecía que la volviera a probar y yo misma quería catar a esa mujer, desde su cabeza a los pies... y por su mirada creo que ella también me miraba con deseo.

Tras volver a mirarnos descaradamente mutuamente a los ojos y yo al escote interminable por donde parecía que en cualquier momento iba a vérsele algo prohibido, mi chico hizo aparición en la terraza.

- Aquí tenéis chicas, una copita de vino.

- Gracias – dijimos las dos a la vez, sonriendo.

- ¿Todo bien? - preguntó él mirándonos alternadamente.

- Sí. - volvimos a contestar ambas a la vez y echando una inevitable carcajada.

Daniel nos colocó las bebidas en la mesita y regresó a la cocina para terminar de preparar la cena. En su camino noté los ojos de Blanca clavándose en el culo de mi chico otra vez.

- Blanca, ¿puedo hacerte una pregunta? - dije de pronto.

- Claro, Silvia, dime.

- ¿Por qué rompisteis Daniel y tú?

- Bueno, aquello fue un tonteo de hace muchos años, se puede decir que no ...