Juegos prohibidos (Capítulo 3) - Relatos Eróticos

Juegos prohibidos (Capítulo 3)

... pero lo que estaba era cachonda esperando el momento de verla.

- Lo harás genial, preciosa. - dijo él acariciando mi culo.

- Dime, ¿qué es lo que le gusta a ella?

- ¿De cena?

- No, hombre, ¿qué le gusta hacer?

- No sé, siempre le han gustado mucho los juegos.

- ¿Qué tipo de juegos?

- Todos, pero los cachondos, sobre todo.

- Genial, jugaremos entonces. - dije y mi chico seguía sin estar convencido, pero yo estaba dispuesta a todo.

Por fin llego el sábado, pero yo seguía estando nerviosa por la visita de Blanca y de lo que podría ocurrir con mi chico o si yo misma volvería a sentir esas mismas ganas de que me tocara de nuevo como hizo en la consulta, así que me dediqué a prepararme para esa noche. Nunca hasta entonces había sentido nada, absolutamente nada por una mujer, pero Blanca era diferente, lo notaba en mi cuerpo, en mis sensaciones internas.

Estaba en el cuarto de baño maquillándome, tan solo con mi ropa interior, cuando de un momento a otro vi a Daniel quedarse quieto en el quicio de la puerta mirándome embobado.

- ¿Qué miras tanto? - le pregunté mirándole a través del espejo.

- Lo buena que estás.

- Lo sé – y comencé a reírme.

Dani se acercó a mí y me rodeo con sus brazos apretándome contra su cuerpo y sintiendo como su entrepierna se le estaba marcando ya un bulto y lo podía notar perfectamente ya que me encontraba solo vestida con un conjunto de tanga y sujetar de encaje rojo y semi transparente.

- ¡Dios, Silvia estás buenísima! - me dijo pasando sus manos por encima del sostén, dibujando mis pezones y luego por las tiras de mi tanga a la altura de mis caderas.

- ¿Te gusta cariño? Es nuevo.

- ¿A ti que te parece?

- Que te encanta.

- ¿Lo has comprado por mí o por Blanca? - me preguntó de repente logrando que se me subieran de nuevo los colores.

Tras decir eso, volvió apretarme contra su bulto y en donde por fin podía notar una gran erección.

- ¡Puf, Daniel como te estás poniendo y ya mismo está aquí Blanca! - le dije ronroneando bastante cachonda al verle así.

A la vez yo no paraba de frotarme contra él mientras sus manos se dirigieron hacia mis pechos y comenzó a apretujarlos por encima del sujetador.

- ¡Daniel, para! - gimoteé a modo protesta, pero no estaba segura de si en realidad quería que siguiera o que se detuviese.

- ¿De verdad, quieres que pare?

- Si - contesté, pero casi susurrándole, notando como mis pezones se habían endurecido.

Él no dejaba de meterme mano, sobándome las tetas, que sabe que son mi punto débil y sabiendo que el movimiento oscilante de mi culo sobre su polla decía otra cosa.

- ¡Cómo estás Dani! - dije notando esa erección en mi trasero cada vez más notable.

- ¡Me vuelves loco!

- ¿Es por mí o también por la visita de Blanca?

Por un momento Dani se detuvo en sus movimientos y ambos nos miramos a a través del espejo, conscientes de lo que esa mujer marcaba en nuestros juegos, pero tras esa breve pausa sus manos siguieron ...