Juegos prohibidos (Capítulo 3) - Relatos Eróticos

Juegos prohibidos (Capítulo 3)

... amasando.

- ¿Tú también estás así por ella? - me preguntó de repente.

- ¿Así, cómo? - le pregunté, pero sin dejar de subir mi culo notando esa dureza.

Sin responder, dejó de amasarme un pecho para dirigir su mano hacia abajo hasta introducirlas por dentro del tanga donde pudo comprobar que estaba muy caliente.

- ¡Joder, si estas chorreando, cariño! - dijo efusivamente.

- ¡Si, pero no podemos! - respondí casi en un jadeo.

- Vamos uno rapidito nos daría tiempo hasta que llegue Blanca.

Estaba a punto de decirle que sí que me follara ahí mismo, apoyada en el lavabo, cuando de repente se me ocurrió la idea de quedarnos así de cachondos y calientes para la cena de Blanca y ver hasta donde sería Dani capaz de llegar y en todo caso, hasta donde llegaría yo misma. Hasta ahora todo había sido un juego, que nos había llevado a fantasear y a llegar hasta puntos que nunca antes habíamos experimentado, pero yo deseaba saber qué podría pasar en el caso de que todo fuera más real... mucho más real.

- Lo siento cariño, pero no podemos. Blanca está a punto de llegar. - dije dándole un empujón con mi culo y haciendo que Dani se separara ligeramente de mi cuerpo.

- ¡Joder! - protestó totalmente empalmado.

Giré mi cuerpo y me coloqué en frente de él colocando mis brazos por su cuello mientras le daba un beso tierno y apasionado, para terminar, contestándole.

- Te lo recompensare a lo que tú quieras ¿vale?

- Me vas a matar. Mira cómo me tienes. - añadió apretando su dureza contra mi pubis.

Tras hacerle un gesto señalándole la puerta, él salió a regañadientes del baño. Una vez que terminé de maquillarme y regresé al dormitorio, me di cuenta de que él estaba casi listo y se había puesto guapísimo, con esa camisa blanca que se ajusta a sus brazos fuertes, marcando sus músculos y sus pectorales, además de los pantalones de lino que le marcan el paquete y le hacen un culito más que apetitoso. Sin duda, quería impresionar a Blanca y no se lo reprochaba, pues estaba para comérselo y él volvió a mirarme con ojos de deseo.

- Ni se te ocurra. - le dije viendo su cara lasciva. - ve a la cocina y mira cómo va el horno, no quiero que se queme el asado. - le advertí.

Mientras él salía de nuestra habitación, yo terminé de arreglarme y acabé colocándome un vestido negro bastante cortito con una abertura en la pierna derecha que llegaba casi hasta la cadera. Creo que él también se iba a sorprender con él, porque me lo acababa de comprar esa misma tarde, junto a la lencería. Y lo rematé todo con unas sandalias de tacón fino y alto.

Una vez que estaba ya lista, dándole un último retoque a mis labios, decidí salir del dormitorio cuando sentí la voz de Dani hablando con alguien, así que me fui acercando para encontrarle en medio del salón frente a Blanca.

- Déjame guardar tu chaqueta. - dijo él, caballerosamente sacando una chaqueta blanca y fina por detrás de los hombros de esa preciosa mujer.

Al despojarle de esa prenda, me di cuenta ...