1. Orgasmos Turbios [6]


    Fecha: 23/03/2019, Categorías: Infidelidad Autor: CVelarde, Fuente: TodoRelatos

    ... ingresó a la habitación con una gran sonrisa.
    
    —¿Dónde está Thelma? —volví a preguntar a las dos mujeres que quedaron conmigo cuando el doctor se marchó.
    
    Eloína se acercó a mi cama con las cejas alzadas, en tanto la joven rubia de ojos claros me miraba con una encantadora sonrisa, expectante, fascinada de escucharme hablar por primera vez desde que me conociera.
    
    —Ya oyó, señor Fernández —dijo Eloína—, vamos a programar sus rehabilitaciones para que consiga restablecerse del todo. Mañana le quitaré la sonda y luego le realizarán unos estudios en el hospital…
    
    —¿Dónde están mi mujer y mi hijo Marcel? —volví a insistir mientras la enfermera Eloína seguía parloteando.
    
    De pronto Esmeralda dejó de sonreír y me miró como si me compadeciera. Se acercó a mis pies y colocó sus blancas manos sobre ellos. No las sentí, y me habría encantado haberlas percibido. Sus manos parecían demasiado tersas como para masajear unos pies como los míos.
    
    —Además —dijo Eloína ignorando mis preguntas—, es imperativo que no intente moverse, señor Fernández. No haga ningún esfuerzo, hasta que mañana los paramédicos le…
    
    —¡CON UNA PUTA MIERDA, ENFERMERA HIJA DE LA CHINGADA! ¿DÓNDE CABRONES ESTÁN MI ESPOSA Y MI HIJO?
    
    La enfermera peló los ojos y me miró disgustada. Esmeralda se asustó ante mi grito y retrocedió, soltando mis pies. Sentí lástima por ella, pero tenía que ser así. No podía permanecer más tiempo con esta angustia de no saber dónde estaba mi familia.
    
    —Mire, señor Fernández —Eloína se puso las manos en lo que alguna vez había sido su cintura—, yo estoy bajo sus cuidados, pero ni por un momento piense que voy a consentir que me falte al respeto o me trate como un trapo, ¿entendió?
    
    —¡Sólo quiero saber dónde están mi esposa y mi hijo! ¿Es tan complicado responderlo?
    
    Pero Eloína decidió ignorarme, en su lugar, me dijo:
    
    —Por cierto, señor Fernández, ella es la señorita Esmeralda Azuza, tiene 23 años y está recién titulada como enfermera. Ella presta sus servicios a usted desde hace tres años, cuando aún estudiaba la facultad.
    
    Esmeralda, que se llamaba así como el color de sus ojos, forzó una tímida sonrisa, todavía asustada por mi grito. Se acercó nuevamente a mis pies y me dijo con su dulce voz:
    
    —Un placer saludarle, señor Fernández, y un gusto enorme saber que ha despertado.
    
    Mi forma de corresponder a su saludo no fue exactamente como se esperaría:
    
    —¿Dónde está Marcel, Esmeralda? —le pregunté directamente a la rubita, que me pareció más amable y receptiva que la otra, de manera que ignoré por completo a Eloína—. Y usted, enfermera Eloína, no la interrumpa. Es más, salga de mi cuarto.
    
    —Mire, señor Fernández —refutó la enfermera Eloína—, ni la señorita Esmeralda ni yo estamos facultadas para darle información de la familia. La señora Thelma Durán…
    
    —¡Resulta, vieja cabrona —le gritoneé nuevamente, prendido en cólera—, que yo soy el señor de esta casa, y ésta es mi familia; así que ignoro si no se ha enterado, pero Thelma ...
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