1. Orgasmos Turbios [6]


    Fecha: 23/03/2019, Categorías: Infidelidad Autor: CVelarde, Fuente: TodoRelatos

    ... algo en la libreta.
    
    Nadie puede imaginar lo que es despertar de repente de un profundo sueño, pensando que es un nuevo día rutinario, listo para ir a trabajar, esperando ver a tu familia, y que de pronto te des cuenta que has tenido un grave accidente y que no recuerdas los últimos acontecimientos que te han propiciado un coma por cinco años.
    
    Nadie sabe lo difícil que es asumir tales noticias y, para colmo, no saber dónde está tu esposa, tu hijo, tu hermano, teniendo que lidiar con aquella fatídica noticia solo, una terrible noticia de que has vivido tanto tiempo ausente del mundo, aislado, muerto en vida. Sin saber nada. Sin saber, incluso, quién eres ahora.
    
    De pronto tuve ganas de llorar. Tuve ganas de abrir la boca y gritar infinidad de obscenidades. ¡Necesitaba a mi hijo…! ¡Necesitaba a mi esposa! Necesitaba a mi hermano. Tenía una necesidad terrible de abrazarlos, de sentirlos, de sentir su calor.
    
    En ese instante me sentía como ahogado. Como si estuviera abandonado en una isla desierta donde no había nada. Ni agua, ni palmeras ni esperanza. Sólo yo y un montón de bestias. Sólo yo y mi soledad.
    
    —Esto… no puede ser —dije con apenas un grave susurro—. Quiero saber qué es exactamente qué me ha ocurrido, doctor.
    
    Y él me explicó durante más de media hora todo sobre mi estado de salud, de las fracturas que tuve en mis huesos el día del accidente y sus consecuencias; de cómo un traumatismo craneoencefálico nulificó mi conciencia y me mantuvo en estado vegetativo por poco más de cinco años y los muchos esfuerzos que habían tenido que realizar para que, durante ese tiempo, me alimentaran de forma intravenosa, dándome fisioterapias y masajes para evitarme secuelas motoras y laceraciones que, en lo sucesivo, se convirtieran en gangrenas.
    
    Y yo estaba horrorizado, en completo shock.
    
    Me sentía dentro de una pesadilla. ¡NO ERA POSIBLE!
    
    —Esto… es muy fuerte… doctor…
    
    También me explicó sobre las terapias que tenía que llevar a cabo a partir de ya para lograr recuperarme de forma progresiva, aunque solía enfatizar reiteradamente frases como «ya no serás el mismo de antes», «será duro, pero lo conseguiremos», «podrían pasar meses o años para que estés totalmente recuperado y se restablezcan tus movimientos motores», «al principio tendrás problemas con tu memoria visual, auditiva o de lectura, pero todo irá mejorando con paciencia», «te sentirás desorientado y con gran fatiga, eso es normal», «tendrás que echarle ganas para que recuperes tu vida de antes.»
    
    Le entendí poco o nada (con el tiempo fui comprendiendo mejor la situación de lo que me había dicho) así que me quedé callado y me pregunté, por enésima vez, cuándo, cómo y por qué me había accidentado para llegar a semejante estado.
    
    —Cinco años, carajo. Esto está muy cabrón —dije a nadie en especial, cuando el médico, tras despedirse de mí, dejó indicaciones a la antipática enfermera Eloína y una chica rubia muy joven, debía de ser (Esmeralda) que, muy guapa y encantadora, ...
«12...567...»