¡Hice Una Amiga! - Relatos Eróticos

¡Hice Una Amiga!

... lado, a la inversa de ella. No hizo falta decir nada, en cuanto me vio tumbarme a su lado, levantar la pierna y acercar mi culito a ella lo entendió todo, y nos fundimos en un delicioso y lascivo 69 donde mi lengua lamía y recorría su agujerito mientras la suya hacía lo mismo con él mío.

Aún así no era suficiente. El placer me recorría el cuerpo entero, y por lo que veía era igual para Miranda pero yo quería más, así que, aprovechando que su culito estaba relajado y lubricado del 69, empecé a introducirle un dedo dentro.

-¡Ay!- Exclamó, sorprendida.

-¿Te he hecho daño?.- Le pregunté, preocupada.

-No no, no es eso.- Me contestó.- Es solo que nunca me he metido nada por el culo y ha sido raro.

-¿Confias en mi?- Le pregunté, a lo que ella asintió.- Entonces déjame y prueba esto, que este es secreto de las crossdresser, lo maravilloso que es que te follen el culo. Y, para dar más fuerza a mi afirmación, le metí de un tirón el dedo que había empezado a meterle.

Ahí comenzó un mete y saca intenso, primero fue un dedo, y no tardó mucho en seguirle un segundo, y después un tercero, y ella hacía lo mismo con mi culo. Mis dedos entraban y salían con facilidad de ella mientras los de ella hacían lo mismo conmigo, dándonos un placer inmenso mutamente.

Nuestros gemidos se compensaban, nuestra pasión era similar y nuestra hambre la una de la otra era una fuerza de la naturaleza. Nos follábamos con fuerza, con delirio, entregadas al placer de nuestros culitos, de nuestras tetas falsas chocando, de nuestras lencerias enredándose, del sabor de nuestro sudor y de nuestro maquillaje cuando nos besábamos. Y aún así queríamos más.

En un momento me acerqué a mi mesilla de noche y de ella extraje la última de las sorpresas. Hacía poco me había comprado un dildo doble de buen tamaño, y aquella era la oportunidad perfecta para probarlo. Se lo enseñé a Miranda.

-¿Te apetece probarlo conmigo guapa?- Le pregunté. Obviamente solo había una respuesta posible a eso.

Nos colocamos de rodillas en la cama, frente a frente, cada una con uno de los extremos del dildo, y empezamos a chuparlo como si del rico pene de un buen macho se tratase, para lubricarlo bien para lo que vendría después, para que entrase bien dentro de nosotras y terminase de entregarnos al mundo del placer anal como las dos putitas que eramos.

Tras un momento así, le dimos la vuelta (la parte que ella había lamido para mi y la parte que yo había lamido para ella), nos colocamos en cuatro, dándonos la espalda, viéndonos en el espejo de la habitación para poder guiarnos bien, y me comencé a meter aquel enorme dildo dentro de mi.

Entró con facilidad. No solo mi culito estaba perfectamente lubricado del 69, sino que además después de habernos estado follando con los dedos estaba más que abierto.

Cuando ya tenía dentro de mi mi parte, llegó el turno de Miranda. Ella estaba visiblemente asustada, pero, como una buena mujer, respiró hondo, se relajó, tomó con su mano el extremo ...