¡Hice Una Amiga! - Relatos Eróticos

¡Hice Una Amiga!

¡Hola mis amores y queridos lectores! Primero de todo agradecer de forma general los mensajes y los comentarios ¡Siempre son bien recibidos!

Espero que disfruten de este nuevo relato ¡Y ojalá el destino algún día nos cruce!

Les manda un besito, su Sary ;”)

Las semanas volaban últimamente.

Era un no parar de una cosa y otra. Responsabilidad tras responsabilidad e imprevisto tras imprevisto. ¡No estaba teniendo tiempo para nada! Y no solo eso, sino que cuando finalmente llegaba a casa no tenía ni energías para arreglarme un poco, maquillarme ni nada así. Sary se moría por salir pero no tenía fuerzas ni encontraba un motivo para ello.

En esas estaba cuando, por fin, el fin de semana pasado, después de haber conseguido dejarlo todo cerrado finalmente, y decidida a no salir de la cama más de lo estrictamente necesario para poder descansar un poco, recibí un mensaje de mi jefe (al cual espero que recuerden de uno de mis relatos anteriores jajaja) desde su número personal “¿Podría hablar contigo de algo por favor? Está relacionado con el travestismo.”

Eso me extrañó muchísimo. Era cierto que habíamos tenido una noche de pasión, pero habíamos quedado de mutuo acuerdo en que no se iba a repetir, y pese a que nuestra relación había mejorado bastante desde aquel entonces, no pasaba de la mera cordialidad ¿Y ahora quería hablar sobre travestismo? Era bastante extraño.

No voy a negar que se me pasó por la cabeza la posibilidad de que quisiera repetir conmigo y volver a probarme, y que la idea me ponía un poco, pero suponía que en ese caso no me lo diría de esa forma.

La verdad es que no tenía ni idea de lo que quería, pero sentía una curiosidad enorme, rozando el morbo diría yo, así que le contesté “Si claro. Dime que pasa.”

Ni dos minutos después me contestó, y ahí empezaron las sorpresas.

“Verás, anoche fui a una reunión de encuentros con crossdressers y allí me encontré a mi hijo mayor, Diego, vestido de chica.

Al verlo, me lo llevé a un aparte y hablé con él. El pobre se derrumbó y no paraba de llorar, según me dijo, de la vergüenza de que yo, su padre, le hubiese descubierto así, que solo era la segunda vez que iba, y que tenía miedo de que le odiase, le ridiculizase o algo así. Creo que él del miedo ni se paró a pensar en que podría estar haciendo yo allí ni nada.

Cuando conseguí calmarlo un poco le dije que no se preocupara, que por mi estaba bien y que uno de mis trabajadores también era crossdresser y que estaba metido en el mundillo y que quizá podría ayudarle.

Sé que es un favor muy grande pero ¿Podrías tomarte un café con él o algo así, hablar con él, explicarle del mundillo y tal? A mi me da igual que mi hijo sea travesti y que le guste ser sometido por hombres o algo así siempre que sea de mutuo acuerdo y sepa donde se mete. Quiero lo mejor para él, pero sé que aquí puedo ayudarle poco y que tú podrías mucho más.

¿Lo harías por favor?”

Leí su petición con lágrimas en los ojos ¿Cómo podría yo negarme a ...