¡Hice Una Amiga! - Relatos Eróticos

¡Hice Una Amiga!

... preguntas y yo le contestaba, pero al poco tiempo, sintiéndonos cómodas la una con la otra, pasó a ser una conversación fluida, en la que descubrimos que ambas teníamos muchas cosas en común.

Lo estábamos pasando tan bien, que cuando empezó a anochecer le propuse que se quedase a cenar y a dormir en mi casa. Sinceramente no quería que se fuera. Tener una amiga cross era tan divertido y agradable que me dolía el pensar en volver a quedarme sola en casa ese día.

No les voy a aburrir con lo que estuvimos hablando durante la cena y demás pues no fue nada importante.

Lo que si fue importante es lo que pasó después.

Tras cenar, llevé los platos a la cocina, y Miranda vino tras de mi.

Mientras colocaba los platos en el fregadero, ella me abrazó por la espalda, y susurrando dijo en mi oreja.- Eres preciosa Sary.- Y sus manos comenzaron a acariciarme lentamente la barriga, sobre el ombligo, la piel desnuda entre la falda y el top. Un escalofrío me recorrió la espalda.

De alguna manera debió de sentirlo, debió de sentir mi escalofrio ella también, o quizá solo fue casualidad, pero en ese mismo momento ella apartó mi melena de la parte de atrás de mi cuello, y empezó a darme pequeños besitos y mordisquitos ahí, con delizadeza y dulzura, como la señorita que ella era, mientras sus manos no dejaban de acariciarme la barriga y subian por mi pecho, estrujando mis tetas falsas.

No hizo falta decir nada. Me di la vuelta y la miré de frente. Pese a que ella era algo más bajita que yo los tacones nos habían dejado a la misma altura. Sus ojos clavados en los míos, sus manos subiendo y rodeándome el cuello y las mías rodeando el suyo.

Se acercó a mi. Su barriga tocaba con la mía. Sus tetas falsas chocaban con las mías, apretadas. Sus rojos y sensuales labios se acercaron a los míos, tímidos, y nos fundimos en un beso de señoritas. Sus labios pintados con los míos, despacio. Su lengua abriéndose paso a mi boca y la mía abriéndose paso a la suya, juguetonas. Aquel beso no tenía el hambre que tienen los besos que me dan los hombres. Este se parecía más a una caricia. Era feminidad en estado salvaje, representada por aquellas que más la aprecian, dos chicas crossdresser, como tantas, a las que la feminidad se les niega y cuando pueden entregarse a ella lo hacen con todo su ser.

Mis manos bajaron, rodeándola, acariciando su cuello, su culo, sus tetas, mientras iba dejando marcas de mis labios pintados por todo su cuello y su escote mientras lo besaba. Ella gemía y gemía, devolviendome los besos y las caricias mientras me acaricaba, me pellizcaba y me azotaba el culo debajo de la falda.

-Vayamos a mi cuarto.- Le propuse, jadeante de la excitación.

El sonido de nuestros tacones nos acompañaba mientras nos dirigíamos a mi cuarto, tomadas de la mano, riendo como una pareja de lesbianas adolescentes que se abren por primera vez a la sexualidad.

Al llegar a la cama volvimos a fundirnos en un apasionado beso crosslesbisco.

Con fiereza, ...