1. Carita de ángel (5)


    Fecha: 22/06/2019, Categorías: Incesto Autor: Gabriel B, Fuente: TodoRelatos

    ... casa.
    
    —Lo que sí, te pido que por favor no vuelvas a venir sin avisarme. Acordate, siempre que nos veamos tenemos que tener una buena excusa en caso de que tus viejos se enteren que estuviste por acá —dijo él.
    
    Ahora acariciaba mis labios. Yo me negué a abrirlos, solo para molestarlo.
    
    —Entonces me voy —dije, saliéndome de la cama, ofendida.
    
    —¿A dónde te vas? —dijo él.
    
    —A mi casa. Total, vos no querías que venga —dije.
    
    Agarré mi bombacha y me la puse.
    
    —No seas tonta. No dije eso. Solo que tenemos que tener más cuidado —dijo él.
    
    —Okey —respondí, lacónica.
    
    —Brisa —me llamó el tío.
    
    —Qué —dije, mientras me ponía la camisa.
    
    —No te pongas en caprichosa —dijo el tío—. Es muy temprano. Tenés que irte al mediodía, cuando se supone que terminan tus clases.
    
    —No te preocupes. Voy a andar por ahí, hasta que se haga la hora —dije, abotonándome la camisa.
    
    Tío Eduardo se puso de pie. Su cuerpo desnudo era hermoso. Los vellos oscuros estaban en todas partes, con algunas canas interrumpiendo la negrura. Su verga estaba fláccida, pero igual me parecía magnífica. Se puso frente a mí, con una mirada intimidante. Nunca lo había visto así. Parecía enojado. Incluso lo veía capaz de hacerme daño.
    
    —Vos no te vas a ninguna parte —dijo—. ¿Escuchaste? —Temerosa, asentí con la cabeza, casi involuntariamente, más instada por su autoridad que por mi voluntad—. No te escucho.
    
    —Sí —le dije.
    
    —Sí, ¿qué?
    
    —No me voy a ir hasta que vos me lo digas —respondí, con la voz quebrada.
    
    —Así me gusta. Ahora quitate la camisa —dijo.
    
    Me la podría quitar él sin problemas, pero le hice caso. Tío Eduardo siempre había sido dulce y cariñoso conmigo. Era la primera vez que se valía de la intimidación para someterme. Y no sería la última. Mis senos aparecieron desnudos antes su vista. Los apretó con ambas manos. Inmediatamente sentí mis piernas temblando. Y ese temblor se trasladó a todo mi cuerpo. Tío Eduardo sonrió. Una sonrisa que me devolvió el alma al cuerpo.
    
    —Sos hermosa. Mi carita de ángel —dijo.
    
    Frotó mis pezones con los dedos gordos. Enseguida se pusieron duros y puntiagudos. Tío Eduardo sonrió, orgulloso de lo que había logrado en mi cuerpo con apenas unos masajes. Se sentó en el borde de la cama. Me agarró de la cintura y me atrajo hacia él. Lamió mis tetas. Lo hizo con cierta brusquedad. Aunque en realidad mi cuerpo era increíblemente sensible, cosa que tenía sus pros y sus contras. Pero no lo aparté. Parecía feliz devorando mis senos.
    
    Cuando pareció satisfecho me hizo sentarme en el borde de la cama. Se dirigió hacia un perchero que estaba cerca de la entrada. Ahí colgaba su mochila. La abrió. Pensé que estaba buscando un preservativo, pero sacó otra cosa completamente diferente. Fruncí el ceño. Tío Eduardo rio.
    
    —No sabés para qué es esto, ¿no? —dijo. Se trataba de un paquete de caramelos. Por el color negro del envoltorio me di cuenta de que era sabor mentol. Sacó un caramelo y se lo llevó a la boca. Lo primero que pensé ...
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